Desperté sacudiéndome como si acabara de tener una pesadilla. Estaba en un lugar conocido, pero no lograba concretar exactamente dónde. Me llevé la mano derecha a una de mis sienes; la cabeza me dolía por alguna razón, y en cuanto toqué mi piel, descubrí que estaba sudando a chorros. ¿Me habían golpeado de nuevo? No recordaba nada más que la palabra que describía la última noche que había vivido: extraña.
Me encontraba en un sofá de tela lisa azul cielo, en el que recordaba que me había sentado muchas veces, pero seguía sin saber dónde estaba, y aún menos, por qué estaba ahí. En cuanto vi la mochila junto a la mesa de centro lo supe. Estaba en casa de Alex, reconocería su mochila en cualquier sitio.
Ten