El cuerpo de Rose se sentía pesado, perezoso y muy satisfecho, pero sabía que este era solo el inicio de la noche.
—¿Fuimos muy rudos, cariño? – la voz ronca de Niall resonó en su oído y Rose negó.
— No, fue perfecto – le susurró ganándose un delicioso beso en los labios que ya tenía hinchados.
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