Capítulo 5

COLETTE

TRES AÑOS DESPUÉS.

Meto las últimas cosas que me faltan en la maleta, el vuelo que me espera es largo, pero amo mi trabajo y quiero hacer lo mejor. Han pasado tres años desde que perdí a mi hijo, tres años en los que mi vida ha dado un vuelvo enorme, algunas cosas cambiaron, como el hecho de que ahora viva en Inglaterra y no en Italia como había tenido planeado. 

A las primeras semanas de mi estancia en ese país, intenté sobrevivir, pero mi tío un día solo hizo una llamada que me obligó a cambiarme de país, así como de apellido, ya no era una Baker, sino, una Jane, como el apellido de soltera de mi madre. 

“¡Maldita insensata! Regresa ahora mismo, tienes que estar con tu marido, o juro, que si no regresas por tu propio pie, yo mismo te traeré a rastras, no puedes hacernos esto”

Esas fueron las palabras de mi tío que me impulsaron a abandonar Italia y buscar refugio en Inglaterra, en donde había estudiado años atrás la universidad, gracias a una beca que me gané por mis propios esfuerzos. Incluso tuve que dejar de ser médico en urgencias, ahora soy médico rehabilitadora, ayudo a personas a recuperarse. 

—¡Mami! 

Un niño de cuatro años corre hacia mí con los brazos extendidos, sus ojos azules brillan cuando me enfocan y me pongo en cuclillas para abrazarlo con fuerza. Mi hijo adoptivo, por culpa del veneno no pude tener más hijos, así que a falta del que me arrebataron, el centro de adopciones del condado me dio la oportunidad de ser madre de este pequeño, no se sabe nada de su familia, solo fue entregado a las afueras del edificio del estado que maneja las adopciones. 

—¿Qué sucede, cariño? —toco su mejilla y la acuno en mi mano. 

Kilian es lo más cercano que tengo a mi hijo verdadero, a quien acepté que murió en aquella explosión, él llena día a día ese hueco que quedó en mi pecho. 

—¿Te vas de nuevo? —hace un puchero tierno—. No quiero que me dejes otra vez. 

—No será por mucho tiempo —le confieso—. Solo serán unos días, veré si puedo ayudar a este hombre que necesita de mis servicios. 

—¿Lo vas a curar porque eres una súper mami? —abre sus ojos con la esperanza. 

—Eso quiero hacer —le doy un beso en la mejilla—. ¿Prometes que le harás caso a Natasha? 

Natasha es una inglesa de treinta y un años que es la niñera de mi hijo, la mujer más cercana a lo que pudiera considerar una amiga. 

—Lo prometo, solo si me traes un regalo —sonríe con malicia. 

—Lo prometo, cariño —le lleno de besos que provocan su risa, la misma que me contagia. 

Mi hijo sale de mi habitación y hecho un vistazo más a mi ordenador, en donde tengo la información del nuevo cliente. Tengo la fortuna de haber trabajado duro en este tiempo, y ahora era dueña de cinco clínicas en las que yo era la directora, mis clientes llegaban a través de la oficina de recursos humanos. 

Trabajaba con todo tipo de lesiones, desde deportistas, patinadoras artísticas, políticos, incluso gente famosa de Hollywood. Mis resultados me avalaban como una de las mejores fisioterapeutas del país. Gozo de un amplio conocimiento en medicina. 

Hace dos semanas me contactó el asistente personal de un cliente que estaba interesado en mi trabajo, al parecer me estudió a la perfección, ofreciéndome diez veces más de lo que otro cliente hacía, recojo mis cosas y estoy a punto de salir, cuando mi celular suena, y el número del mismo hombre parpadea en mi pantalla, han estado nerviosos creyendo que no asistiré. 

—Señor Renzo Martini —saludo saliendo de mi habitación. 

—Hablo para confirmar su participación en esto, ya debería estar viajando a los Ángeles —su voz ronca me eriza la piel. 

—¿Cuál es la insistencia? Señor, soy una profesional, si digo que lo haré, eso sucederá. 

Bajo las escaleras, viendo a mi hijo y a Natasha esperándome en el vestíbulo. 

—Lo mismo dijeron los anteriores a usted —se limita a responder. 

—Bueno, pues no soy como los demás, ya voy en camino, en veinte minutos estaré subiendo al avión. 

—Muy bien, estaré al pendiente cuando aterrice. 

—Gracias. 

Ambos colgamos y dejo las maletas de lado para abrazar una vez más a mi hijo, regresar al país en donde mi familia vive, es ponerme en peligro, sin embargo, mi gusto por ayudar a las personas, hace que me exponga, sabiendo que el peligro valdrá la pena. 

—¡Te amo, mami, no tardes mucho! —mi pequeño se me abalanza de nuevo y me da un beso en la mejilla. 

—Mi bebé, prometo que el tiempo pasará volando, además, hablaremos por videollamada —lo tranquilizo. 

—¿Diario? 

—Diario. 

Me levanto y abrazo a Natasha. 

—Gracias por quedarte. 

—Lo hago con gusto, lo sabes bien, Colette. 

—Cualquier cosa que surja, no importa la hora o el momento, no dudes en llamar y mantenerme al tanto de Kilian. 

—Lo haré. 

Me despido de ellos y me dirijo al aeropuerto, estos momentos a solas son los que me llevan al mismo abismo nocturno al que me someto, el único momento en el que pienso en mi hijo perdido, en los recuerdos de cuando lo sentí en el vientre, recuerdo que pese a que iba a revisiones, nunca quise que el médico me dijera su sexo, así que nunca pude saber si fue una niña o un niño. 

El dolor se empuja y decido apartar esos pensamientos, subiendo al avión y soportando un vuelo con varias horas vacías, al llegar y pisar de nuevo el país que me vio nacer y crecer, se siente como patada en el estómago, el dolor sigue latente en mi interior. Reviso mi celular y voy al área de equipaje, estoy tomando mis cosas luego de haberlas registrado, cuando al voltear, mi mundo se congela. 

Harvey, mi ex esposo, se encuentra abrazando a una mujer rubia, de ojos azules, la besa con deseo, como nunca lo hizo conmigo, ¿por qué me pasa esto a mí? Me coloco los lentes oscuros y les doy la espalda para evitar ser notada, escabulléndome detrás de unas personas que esperaban en la fila del equipaje. 

Él la besa y le da un ramo de flores, luego, por un segundo, el voltea hacia mi dirección y frunce el ceño, m****a. Camina en mi dirección con el rostro pálido como su hubiera visto a un fantasma, retrocedo un par de pasos y me quedo sin aliento, Harvey se acerca, él…

—¿Señorita Jane? 

Volteo y abrazo al hombre de negro que me ha llamado.  

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