COLETTE
Un escalofrío recorre mi espina dorsal sin que pueda hacer nada, la falta de aire comprime mis pulmones y necesito de todo mi esfuerzo para retroceder y marcharme de ese sitio, es por eso que tenía tanta urgencia por irse, porque quería follarla con esos tipos, las náuseas me atacan de nuevo y las manos se me hielan, es la maldición que suelta el padre de mis hijos lo que me hace reaccionar.
—Maldición.
Giro sobre mis talones y me marcho lo más rápido posible.
—¡Colette!
Duele.
¿Por qué es que duele si no somos nada y si no lo amo? Trago grueso aun con el nudo que se ha formado en mi garganta. Roan no deja de gritarme una y otra vez hasta que aumento la velocidad, no tengo la mínima intención de esperar a que me diga más cosas o excusas como las de siempre.
—¡Renzo!
Doy un respingo, la gente a nuestro alrededor se nos queda viendo, localizo a Renzo al otro lado de la pista, me escabullo entre la gente con ganas de llamar a un taxi que me lleve hasta la mansión y encerra