COLETTE
Tenso el cuerpo, no quiero estar conviviendo con su amante de cada noche, él no deja de recorrer mi cuerpo con esa mirada tan extraña y ella de sonreír con satisfacción, como si hubiera ganado una batalla de la que no estoy enterada.
—¿Podemos hablar un momento a solas? —pido a Roan.
Él observa la hora en su reloj de mano.
—No creo que sea posible…
No espero a que diga más, simplemente me dirijo a su oficina, siento y escucho sus pasos detrás de mí, entro y enseguida lo hace él, cerrando la puerta a sus espaldas.
—¿Qué sucede? —me pregunta con un brillo intenso en los ojos.
—Sé que ella es tú… no sé cómo llamarlo, te la follas y todo eso —mis mejillas arden—. Pero no quiero que ir a ningún lado con ella, no somos nada, y sé que no tengo el derecho de pedirte nada, pero si voy a fingir ser tu esposa, por lo menos finge que me respetas.
—Ella va a ir y punto, eso no está a discusión.
—Bien —me quito los aretes horribles que combinan con el atuendo—. Entonces me quedo, por