Estábamos afuera en la nieve.
-Dos esquís, por favor -le pedí a la señora que nos entregó dos juegos de esquís con una cara muy reacia.
-Puedo llevar mi propio paquete de esquís -le puse los ojos en blanco.
-Lo sé -respondió, pero no me los entregó. Aprecié las pequeñas cosas que hacía por mí, como abrirme puertas o revisarme, para ver si estaba bien. Nunca he conocido a un tipo que hiciera eso por mí.
Sin embargo, tenía una pregunta que hacerle mientras caminamos por la pista de esquí nevada.
-Siempre me he preguntado por qué no me dejaste despedirme de mis hermanos la primera vez que nos conocimos.<