Luché. "Ted, para. ¿Estás borracho? Suéltame".
Las manos de Ted pasaron por debajo de mí desde atrás y me agarraron los pechos con fuerza. Sus dientes se hundieron en mi nuca. Apenas podía moverme. Su agarre era tan fuerte que dos dedos me rozaban, pero su lengua lamía los huesos de mi cuello y mi c