En sólo unos segundos, Irene ya había escupido varias bocanadas de sangre. La sangre, de un rojo intenso, goteaba por el suelo y manchaba también la ropa que llevaba. No pude evitar asustarme al ver que no parecía detenerse en absoluto.
"¿Qué ocurre? ¿Qué debo hacer? ¿Qué debo hacer?" Me asusté y mi