Capítulo 6: Su perfume

Había pasado ya una semana desde que Camila había descubierto la carta en la oficina de mi departamento ¿Puedo describir como me siento? No, no puedo. No es como si no quisiera es que me estoy tratando de tragar todos esos sentimientos que quiero dejar salir a flote o por así decir, aquellos sentimientos que ya conozco de los cuales no quiero volver aceptar, me lamento que ella la haya encontrado pero de allí en adelante no puedo detener las consecuencias de una acción que cometería si ella no hubiera accedido a ir a mi departamento y tocar la puerta en aquel momento.

Debo admitir que hacer llorar a Camila no estaba en mis planes, ni mucho menos hacer que ella de una u otra manera dijera aquella frase, no estaba en ningún remoto plan. Simplemente me hubiera gustado que ella no entrara en mi vida, ni en mi sistema, ni en mi corazón como lo estaba haciendo de poco en poco. No quería porque sabía que cuando yo decidiera irme le dolería, le dolería tanto que incluso temía de que algo le pasara a ella, y yo no deseo ser un daño colateral en una persona. No quería causar dolor en nadie, por eso siempre estuve bajo perfil de cualquier persona que se me iba acercando ¿Que hizo ella? No lo sé, simplemente fue Camila y creo que eso fue más que mortal.

No golpeo el despertador porque simplemente como cada noche desde aquel día, no concibo el sueño, doy vueltas en la cama la mayoría del tiempo y cada mañana amanecen más marcadas mis ojeras, se nota cada vez más ya que por las noches también suelen parecer días. Doy un paso a la vez.

"Si despiertas y colocas el pie izquierdo primero causaras que tu día vaya mal" recuerdo esa frase de mi hermana cuando iba a mi cuarto a levantarme que era prácticamente cada que deseaba molestarme, sabrá Dios cuantas veces en los últimos años habré puesto ese pie con tal de volver a verlos, para volver a tener su rostro frente al mío, para volver a sentir su calor en un abrazo, sabrá solo Dios y yo cuando lo he anhelado.

¿Es egoísta de mi parte querer estar con ellos más que en la tierra? No. Es mi vida y de forma singular es mi decisión. Sonara cobarde o algo estúpido, no me interesa como lo puedo connotar, aún tengo la soga colgada en mi oficina por si mi parecer cambia de un momento a otro.

Lavo mi cara lentamente dando a conocer frente al espejo a una persona completamente distinta ¿Que será de mi sonrisa cuando no la hago aparecer? Creo que eso es más una ilusión que se desvanece en mi conciencia cuando ocurre. Una ducha fría espera por mí, es lo que más deseo en este momento para poder aligerar la cantidad de pensamientos que me abruman. Omito mi desayuno pero no el de Rocky.

Un viaje lento, música suave de fondo y mi cachorro al lado, siento como las gotas de agua caen dando de lleno con el vidrio, una detrás de otra empiezan a golpear fuertemente. Enciendo el limpia parabrisas tratando ahora de ver en medio del tráfico, veo algunas personas tratando de cruzar aunque los mismos conductores ya no pueden distinguir a la multitud. Soy uno de ellos.

"Creo que no deberíamos de tomar esa curva" escucho el sonido de la voz de mi madre como aquella noche, cierro los ojos en el recuerdo. Mala idea.

Siento que cuando los abro mi pie está pisando el acelerador más fuerte de lo que estaba pensando que seria ¿Tengo miedo? No. Mi respuesta es clara y concisa. El limpia parabrisas está tratando de hacer lo que puede pero lo rápido que va mi auto hace que las gotas caigan sobre gotas, siento un leve desliz en los neumáticos y apretó como puedo de golpe el freno. Se escucha el chirrido del derrape y el carro girando un poco y cuando menos lo pienso estoy al lado de la carretera con mi auto en una forma poco común por el movimiento brusco.

Mi respiración es desigual, abro la puerta y cuando me decido a salir la lluvia golpea mi cabeza, mi cuerpo y mi propia mente, cierro el auto y me dejo caer resbalando pegada a la puerta. Estoy sentada en este mundo nublado al que llamo vida ¿Sera realmente esto vida? Sin conseguir una respuesta dejo caer mi cabeza. Siento las gotas golpearme en mi nuca y mi cuello.

Una sobre otra, mojando mi traje, mojando mi propia existencia. Veo y al mismo tiempo no, mirar a la nada es como mirarme a mi ¿Deje de existir? ¿Deje de vivir? Hace mucho tiempo entendí que sí, deje de ver colores, deje de ver sueños, deje de ver ilusiones, deje todo.

Quisiera correr en contra del tiempo, quisiera tener un minuto más, quisiera poder tener ese gran súper poder de ir al pasado y encontrarme abrazándolos un segundo más, solo quiero que me permitan un poco más a su lado.

Quiero tener la dicha de ver a mi madre a los ojos y rogarle por un beso más en mi mejilla, por un segundo más en sus brazos, que me dejase retarla mientras se ríe, que me dejara contarle ese ultimo chiste y ver su sonrisa, repetir de nuevo aquella película. Quisiera ver a mi padre de nuevo lleno de grasa reparando el auto, verlo tirarme el balón a mis pies, alzarme de nuevo para tomar aquella manzana. Ver a mi hermano y darle una palmada en la espalda, hacerle cosquillas hasta que su última risa lo dejara sin aire, darle aquel consejo que quedo pendiente. Ver a mi hermana y decirle que tenía razón, decirle cuanto ame el tiempo invertido en mí, verla y abrazarla un segundo más antes de ir al colegio. Quisiera verlos y volver a decirles incesantemente cuanto los amo, cuanto los necesito, un poco más con ellos es lo que deseo.

El tiempo se me está pasando y lo único que siento es el frio colarse en mi cuerpo. Mis lágrimas ya se confunden, el hipido se camuflajea entre el titiriteo de mis dientes.

No sé si con Camila pueda encontrar de nuevo la vida, no sé si quiera que ella este con una persona tan destruida como lo soy yo ¿Porque dejaría que ella manchara sus ojos, su sonrisa, su vitalidad conmigo? No soy egoísta, soy realista, tal cual como me ha tocado vivir en esta vida, esta vida llena de miseria.

No estoy cansada de mis diálogos internos, estoy agotada de que simplemente salgan porque sí. Es tan natural darme cuenta que vivo en mi propia mente, que soy mi única persona alrededor, que soy solo un yo.

Estoy cansada de luchar contra querer vivir y morir, de tener miedo o no, siento mi mente agobiada, agotada y aun así me levanto cada mañana a enfrentar el día a día ¿Seré cobarde o seré valiente? Me vale mierda lo que sea, porque eso es lo que soy, nadie y al mismo tiempo un todo que no tiene explicación, que no tiene ni pies ni cabeza en esta vida.

Entro al auto goteando agua, en fin, es mi auto. Rocky alza su cabeza y la ladea cuando cierro la puerta, el asiento no tarda mucho en humedecerse. No miro más allá que el camino que se abre pasó. Llego a la oficina, bajo al cachorro, tomo mi mochila y cierro mi auto.

-Lo vengo a dejar- murmuro a la chica de la guardería canina, quiere decir algo pero su expresión de pena dice más de lo que sus labios pueden hablar. Toma la correa y me deja tomar mi camino, no quiero preguntas ni mucho menos dar respuestas. Pero asumo que todo en la vida no se cumple, así que sigo mi camino como siempre, sin expresión en mi rostro serio.

-Te estaba espe...- aquella frase la inicio mirando hacia unas páginas y quedo a medias cuando la alzo y se quedó estática mirando mi cuerpo empapado de agua. Alce mi ceja y entre a mi oficina, estaba por cerrarla cuando sentí que el portazo nunca llego. Fue cerrada suavemente, lo que me hizo saber que fue cerrada por una persona externa, considero que la misma que le quedo a medias su palabra.

-¿Necesitas algo?- dije fríamente como el torrente de agua que estaba cayendo en la ciudad. Dejo mi mochila en el pequeño mueble de mi oficina, ella esta muda, pero no por mucho tiempo como me hubiera realmente gustado.

-Tengo una toalla- dijo para salir de mi oficina, en ningún momento me dispuse a girar, no la vi cuando cerró la puerta, no la vi hablarme, no la vi salir. Estaba mirando como la lluvia caía en el hermoso lugar que adornaba mis tardes en la caída del sol.

¿Sera que si ella vuelve a entrar y trae consigo su perfume, al cerrar mis ojos pueda reemplazar la lluvia por un hermoso atardecer? Puede que sí. Necesito mi paz, la necesito aunque provenga de ella, no mi interesa si eso lo dije incluso en mi mente.

¿Acabo de decir aquello? ¿O pensarlo tan siquiera? Si, lo he pensado. Cierro mis ojos y siento la puerta abrir y cerrarse. No digo nada para costumbre suya, pero si siento como pasa sus dedos por el dorso de mi mano ligeramente.

-¿Tú o yo?- sabía lo que estaba queriendo decir, pero no sabía si deseaba responder aquello.

No dije nada, pero aun con mis ojos cerrados de lo que si estaba segura es que el atardecer estaba apareciendo cuando la sentí cerca de mí. -No es el mismo perfume- murmure. No sabía si ella lo había logrado escuchar, no sabía cuál era su distancia para ese entonces, solo estaba enfocada en su toque y el cómo mis fosas nasales estaba centrándose en ella a mi lado.

-Estoy tratando de encontrarlo de nuevo- aquella respuesta me hizo entender que cualquier cosa que dijese en ese tono de voz podía ser escuchado por ella.

También entendí, que el atardecer no era el perfume, el atardecer aparecía cuando ella estaba cerca de mí. Ella es mi atardecer y me cuesta un poco aceptar la realidad de esta situación, aceptar que otra persona me está dando a ver lo que siempre trate de conseguir sola.

Sentí cuando comenzó halar mi camisa de vestir de mis pantalones, me tense inmediatamente, pero considero que ella no se percató de aquello porque estaba centrada en realizar lo que deseaba.

Sus suaves dedos estaban desabotonando poco a poco mi camisa, mi pecho estaba quedando al descubierto lentamente, mientras que en mi mente sentía como estaba empezando a tornarse el anaranjado en las nubes. Como los matices comenzaban a formarse, como las nubes y el sol mostraba su esplendor dejando revelar las cantidades de colores que habitualmente los acompaña.

No la detuve cuando paso sus manos por mis hombros y quito completamente mi camisa, no sé en qué lugar la ha de haber colocado, pero no basto unos segundos cuando sentí el paño pasar por mi abdomen con tanta delicadeza que cuestiono que realmente aquello puedo quitar la torrente de agua de mi cuerpo.

Y lo hice, abrí mis ojos, el cielo estaba oscuro, el atardecer no estaba, la lluvia era aún más fuerte y el sol no se encontraba en ningún lugar. Baje mi mirada y la enfoque a ella.

Eso es lo que somos, un día lluvioso y un atardecer maravilloso. No hacía falta decir quién era quien, no era necesario saber quién podía hacer que las nubes se despajaran ¿Seria ella capaz de despejar mi oscuridad? No sé si quiera saberlo, descubrirlo o lo que sea, tengo miedo y no pueden culparme de eso.

Ella pasaba suavemente la toalla, no tenía apuros era como si estuviera viviendo ese momento, sus ojos no se apartaban de mi cuerpo, que era en si como un mapa de heridas cicatrizadas. Vi como lo pasaba y como sus ojos exploraban cada centímetro de mi cuerpo, pude ver como poco a poco acerco sus manos y fue queriendo tocar, el calor de sus dedos hizo su parte en mi cuerpo que estaba helado por el frio recibido.

Tocaba suave cada cicatriz, estaba asombrada por no decir llorosa, escuche su sollozo, podía evitar las cosas en mí, aunque en ciertos momentos no lo lograra, pero no podía evitarlas en las personas. Si pudiera hacerlo, haría que ella siempre sonreía y que sus mejillas nunca conozcan la tristeza, nunca conozcan lo que vivo diariamente.

-¿Puedo ver tu espalda?- dijo tan bajo que era bastante difícil de descifrar, me gire lentamente. Omití decir algo sobre el sollozo y la deje pasarme la toalla, toco mi cicatriz más grande y me gire. Vi como su mirada se enfocó en la mía como ocultando sus palabras y sin decir nada me abrazo. Aún tenía el sujetador mojado pero aun así ella se abrazó a mí como si el mañana no existiera, como si el presente es lo único valioso. Y tiene mucha razón en sus palabras no dichas.

La abrace por lo que fue un largo rato hasta que al separarnos nos quedamos mirando frente a frente -Has llorado ¿Verdad?- pregunto ¿Que caso daba ya mentirle?

-Si- respondí, no daría explicaciones de algo que ella ya podía ir entendiendo.

-¿Siempre fuiste de pocas palabras?- volvió a preguntar sin soltarme completamente.

-No- conteste dejando un beso en su frente -Era un ser diferente- le confesé, la vi asentir y dejar un beso en mi mejilla.

-No entiendo muchas cosas aun- comento cerrando sus ojos mientras apoyaba su cabeza en mi hombro cerca de mi cuello dejando que el suave suspiro golpeara en el -Pero se acerca navidad- mi cuerpo se tensó y ella lo sintió esta vez porque me abrazo nuevamente con la esperanza de no soltarme. -Este año no seré más que yo- conto sin apartarse de mi -No te pido más que me dejes pasar ese día contigo en tu casa- murmuro apretándome aún más a ella. -Déjame estar contigo- beso mi mejilla y se separó.

No supe que decir exactamente ante esto, llevaba varios años evitando cualquier cosa referente a la navidad o festividad que requiriera recordar o pasar tiempo con mi familia, y ahora ella me dice esto.

-Seria en tu departamento en donde estés cómoda- poso sus manos en mi cintura y se elevó un momento para darme otro beso en mi mejilla -No tienes que responder aun- dijo alejándose de mi poco a poco antes de cerrar la puerta.

Quede con aquello en mi mente mientras cambiaba con algunas prendas que tenia de repuesto en la oficina. Me senté en mi silla y comencé a girar hasta quedar frente al ventanal y lleve la toalla a mi nariz sintiendo el leve aroma de su perfume aun en él.

-Será una difícil decisión - murmure viendo como poco a poco cesaba la lluvia y el arcoíris comenzaba a mostrarse.

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