Capítulo 5: La carta

Las bocanas de aire se van disminuyendo de mi sistema. Tengo medio, es una confesión algo tonta en esta situación, cuando se toman decisiones firmes la cobardía no es el mejor amigo, ya que tenemos una lista de cosas pendientes en nuestro pasado. Las decisiones que tomes te perseguirían por todos los tiempo, o algo así dijo mi madre cuando había tomado la decisiones de hacer mi primer tatuaje, no le tome mucha importancia aquel comentario, era joven, tenía algo de dinero y porque aún me gusta el tatuaje que me hice ese día.

Antes eso era la gran estupidez que había hecho, ahora no se si considerar esto como lo más alto. Tendría que tener un raking de "Cosas estúpidas que hare de las cuales estoy consciente que son estúpidas pero aun así las hago". No me molesta en absoluto pensar que son estúpidas, pero la mayoría de todas las cosas y acciones que están en ese raking solo me han causado dolor a mí, algunas veces por placer como el tatuaje algunas veces... mejor no termino esta frase, no sé si estoy dispuesta a escucharlo de mis propios labios.

Habitualmente mi padre me decía, "Si lo escribes, si lo piensas, si lo asumes, es un hecho" es por ello que todas las cosas las obvio para que no me afecte, pero ¿Como no me afectara esto? No creo que exista una forma adecuada de decir que esto no me va afectar a mi o a cualquiera.

Siento mis labios secos mientras termino de anudar bien la cuerda. Algunos dirían que estaba por atar un piano como en las películas, o incluso como en algunas caricaturas que veía cuando estaba muy pequeña, algunos para hacer un margen, algunos para una construcción, pero creo que el señor de la tienda ferretera había asumido por mi profesión y el tiempo que lo conozco que era para lo ultimo o alguna maqueta en proceso.

Ojala sea para eso, pero no...

A medias las palabras sobran y los altibajos llegan al cielo como una cúspide incontrolable ¿Podre pisar el cielo? ¿Podre ver a mi familia? ¿Abrazar a mi madre? No lo sé, y tampoco creo que sea una anécdota que pueda escribir más adelante, ni muchos menos relatar, no sé cómo va ira pero aun así estoy en este borde, un borde en donde lo que queda al final es un abismo.

El azote del clima retumba en mis oídos, estoy segura de haber tomado la decisión que tome, pero al único que puede afectar es al pequeño Balboa Jáuregui. Lo lamento tanto por el. He aprendido que él es tan inteligente como yo, y debe ser por ello que no ha tomado agua, no ha tocado su comida y solamente está persiguiéndome por el departamento sin querer perderse un sorbo de mi presencia o un segundo a mi lado, siento más pena por el que es un cachorro que por mi propia vida ¿Qué tan mal puedo estar?

Él sabe lo que yo no quiero admitir. Él sabe mi negación a vivir. Él sabe más de mí que yo de él. Él es mi amigo fiel y nunca lo olvidare.

Querida Camila

Se supone que esta carta debe iniciar de la forma más sencilla, pero como sabes mi personalidad compleja no me permite ver a más allá de la simpleza sin estar ligada al puro sentimentalismo. Estoy segura que tus grandes anhelos de ayudarme va a mas allá de las palabras que me llegue a tragar o aquellas que nunca estas dispuesta a escuchar de mí.

Lamento hacerte esta carta pero por lo que puedo considerar años, eres la única persona a la que me nace hacértela o en tal caso me nace escribírtela. Lamento nuevamente que sea en estas circunstancias. No quiero lastimarte, ni llegar a crear una ilusión irracional a mí, no quiero que te ligues con una persona destruida, pero no estoy segura que en este momento no te afecte, no puedo ser ciega completamente sobre lo que puedes estar sintiendo ni mucho menos dar la espalda tan fácilmente pero a veces la vida es compleja en diferentes situaciones y no estamos dispuestos a ver más allá de ello.

Te mostré de mi aquello que no era capaz de mostrar, hable contigo más de lo que he hablado en años, incluso has visto mis lágrimas correr y aun así aquí estas. No quiero lastima, ni compasión, ni preocupación por tu parte, solo quiero que me borres de tu vida, no quiero ser tu recuerdo triste y desolado, no quiero que me imagines y tu corazón se cierre al igual que tu nudo en la garganta. Quiero que siempre sonrías a pesar de las dificultades como estas acostumbrada hacerlo.

Pero principalmente esta carta es para que quien llegue primero a este lugar entienda que Rocky Balboa Jáuregui debería quedar a tu cargo, eres en la única en quien confió lo suficiente para que le garantices una vida plena y feliz al pequeño cachorro. Eres la única que ha ganado mi confianza.

No quiero alargar más, no quiero confesar más, no quiero hacerte llorar más.

Con inmenso cariño.

Lauren Jáuregui"

Mis manos temblaban mientras el llanto goteaba en la hoja, el sobre blanco estaba pulcramente ubicado en el extremo del escritorio de madera. Todo estaba en orden, en su lugar específico, cada uno encajaba en donde debía estar, no había indicios de que podía estar iniciando una maqueta, e incluso ni siquiera pareciera que había estado acá sino fuera por la pluma en mi mano y por la carta en el extremo del suave color caoba.

Rocky esta tirado a mis pies, su barbilla encima de mis pies desnudos, sentí como paso su lengua por el empeine de mi pie derecho que estaba cruzado, aquello causo que mi mirada fuera a dar directo con el, que lo observara unos segundos.

Aleje mi silla y me agache para tomarlo en brazos, lentamente fuimos directamente hacia la cocina, me senté con él en brazos junto a sus tazones de comida y agua. Y lentamente comencé a darle de comer, solo tomaba bocado cuando se lo iba dando poco a poco, su cabeza apoyada en mi pecho. Comía perezosamente aun en mis brazos mientras alternaba caricias en su pequeño cuerpo. Algunas veces tomaba un poco de agua y luego continuaba la faena de darle de comer, sin prisa y con lentitud.

No tenía prisa, no tenía apuros, era el y yo. quizás en nuestro ultimo encuentro intimo, tengo un nudo en la garganta, literalmente tengo un nudo en la garganta de solo pensar no poder darle un beso en su cabecita en la mañana siguiente, no oler sus patitas cuando va a despertarme, o sentir sus lamidos en mis manos para que me levente a darle de comer.

¿Qué tan hondo puede calar un cachorro en tu vida? Mi respuesta es, demasiado.

Lo deje en el suelo cuando estaba dispuesta a dar mi última caminata hacia mi pequeño estudio, sentía los pasitos de Rocky detrás de mi cuando el sonido de mi timbre me saco de mis pensamientos y me hizo detener mis pasos.

Él estaba triste por mí, y yo por dejarlo a el, es por ello que ni el timbre logro emocionar al perro más entusiasta del mundo. Solamente se echó en la esquina en donde daba la vista directa hacia la puerta. Tome algunas bocanadas de aire tratando de decidir que decisión tomar.

¿Abrir o no abrir? mi mente estaba tratando de responder cuando sonó nuevamente dos veces seguidas, sentía el zumbido de fastidio en mi oídos por el sonido atacando mi decisión, así que me decidí instintivamente abrir la puerta y detener a la personas detrás, unas palabras y simplemente se podría marchar y yo podría continuar.

-¿Puedes dejar de tocar?- murmure por la bajo con mis ojos cerrados. Escuche una risita y mis parpados cedieron a mirar a la portadora de aquella sutil risa tan conocida.

-Puedo hacerlo, si tan solo abres- comenta aun con su sonrisa en el rostro, aquella que duro solo algunos segundos, sentía como examinaba mi rostro y pasó a que el brillo de sus ojos se opacaran.

Me sentía abismal ya que cada vez que ella se dispone hablar conmigo siempre he estado llorando, no me juzguen era invisible para el mundo, es por ello que nadie se tomó el tiempo a examinar mis ojos y nariz roja cada vez que llegaba a trabajar o cuando salía de la oficina, yo era y sigo siendo un mundo aparte para cualquiera que se acerque.

Ni el jefe llego a enterarse, solo ella.

No dijo nada más, no hizo énfasis en entrar a menos que yo quisiera, o eso quiero pensar que pensó. Ligeramente alzo las bolsas en sus manos y asentí en respuesta, no sabía que decir realmente así que solo abrir más la puerta haciendo énfasis que podía pasar y pude sentir a Rocky saltando cerca de mis piernas cuando Camila entro a nuestro hogar.

-¿Y donde está el pequeño Rocky que no lo veo?- decía ella con entusiasmo haciendo que no lo veía. Saltaba muy seguido, me dispuse a tomar de sus manos lo que traía para que le diera cariño a Rocky, me encuentro culpable de que él estuviera así de triste y apagado, estuve a unos minutos de...

-Está lloviendo torrencialmente ¿Como llegaste?- hice la pregunta más estúpida del mundo, pero lo necesita. El silencio con ella no era malo, ni mucho menos incomodo, solo que me gusta su sonrisa y la forma en que suena.

-Quería pasar un rato con ustedes- murmuro con algo de vergüenza tiñendo sus mejillas. -Espero no sea molestia- alzo su mirada hacia mi rostro. La vi acercarse hasta quedar delante de mí, sentía mi corazón en la garganta, el nudo que tenía anteriormente fue reemplazado por la aceleración de mi corazón y las ganas de salirse que tenía en aquel momento.

-No, no eres molestia- murmure tan bajo que creí que ella no me había escuchado. Mi mirada quedo en el suelo, no sabía si me había pasado su vergüenza, pero mis mejillas se tornaron de un color rojo sutil.

Sus manos pasaron por mi cintura y sentí como su barbilla reposaba cerca de mi cuello. -Hueles muy bien- susurro cerca de mi oído, la sentía alejarse y dejar un beso en mi mejilla -Vengo hacerte algo de comer- me soltó para caminar hacia la cocina -Y que así te enamores más de mi- soltó la confesión pero nunca voltio a mirarme, pero sabía que de reojo estaba en la espera de algún movimiento mío.

Cargue a Rocky para dejar un beso en su cabecita, se sentía más animado dejando babeado mi rostro -¿Puedo ir al baño?- pregunto aquello y causo mi risa.

-Sí, estudiante- respondí con gracia mirándola junto con Balboa, su risa inundo el pasillo hacia el baño.

Deje en el suelo al cachorro y me dispuse a sacar poco a poco lo que había traído luego de escuchar su grito para que lo hiciera. Así que fui dejando todo en el mesón cuando ella apareció con los ojos rojos, había tardado un poco más de lo habitual, no lo tome extraño porque todos podemos tardar un poco más en algunas ocasiones, pero esto no es normal, no es normal aparecer con los ojos rojos mirando hacia el suelo si solo fuiste al baño ¿Cierto?

-Camila- le llame cuando la sentí colocar sus manos en el fregadero, una a cada lado, su cabeza agacha y el sonido de un leve sollozo retumbo en mis oídos.

Trague hondo, toque su hombro y soltó otro sollozo que estaba conteniendo -¿Te ibas a suicidar?- aquella confesión atravesó mi corazón, mi cabeza y mi vida, simplemente no sabía que decir, no sabía cómo actuar -Lo harías  ¿Verdad?- ella no se giró, yo solo murmure un leve "Si" que sonó casi a la distancia, sentí la culpa llegarme al tope de mi cabeza e hice algo que nunca pensé hacer.

Me acerque y le abrace por la espalda, mis manos quedaron en su abdomen, mis labios dejaron un beso en su cabello, sus manos se acercaron a las mías para acariciarme. Por un instante que se hizo eterno la apreté aún más a mí, ella se relajó entre mis brazos mientras su llanto aumentaba y en algunas ocasiones cesaba.

-Por favor, Lauren- murmuro girándose entre mis brazos -Yo te quiero- soltó de repente dejando hecho un desastre mi cabeza.

Alguien me quería.

Ella me quería.

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