Daniel se acercó corriendo hacia Débora para hacerla volver en sí, al no conseguirlo la cargó en brazos e intentó entrar en el cuarto, pero la figura femenina que había provocado todo este embrollo se interpuso delante de él y se lo impidió:
-¡No pienses que vas a entrar con esa zorra en mi habitación!
Sin tiempo para discutir ordenó a las criadas que trajeran algo para reanimarla y la llevó a su propia estancia depositándola encima de la cama. David los seguía asustado. Consiguió que despertara y le dio un vaso con agua, la atrajo hacía si para abrazarla sin decir nada, que podía decir. Estaba tan sorprendido como ella o más… Débora lo miraba con ojos asustados a punto de echarse a llorar.
-¿Estás mejor? – preguntó –
-Si – contestó ella en un susurro
-¿Quieres que llame al doctor?
-No…no es necesario… ya me siento mejor… - Balbuceó. Esas fueron las únicas palabras que logró pronunciar, quería preguntar quién era esa mujer, pero las palabras no acudían a su boca, y su marido tampoco