Sam arrugó el ceño, carcajeó al escucharlo.
—¿Vos me pensás llevar con él? —se mofó riendo—. Soy mayor de edad, y mi papá no puede disponer de mi vida como se le antoja —gruñó y sus mejillas enrojecieron de ira.
Renato la tomó del brazo y la obligó a ponerse de pie. Samantha forcejeó con aquel hombre.
—¡Suéltame! —gritó, y lo mordió en la mano, enseguida elevó su rodilla y lo golpeó en la entrepierna, el joven cayó al suelo gruñendo adolorido, de inmediato dio la orden a sus escoltas de atrapar a la chica.
Óscar se levantó, sintiendo como la adrenalina lo recorrió al observar cómo aquel hombre por el que no sentía ni un poco de simpatía tocó a Sam. Lade&oa