Selena de quince años:
Los ojos de la hermosa niña de cabellera castaña rojiza y mirada tormentosa, estaba repleta de lágrimas que empañaban su campo de visión, tanto así que amenazaban con nublarse por completo.
La desesperación se había apoderado de ella, mientras los nervios y el estrés, revolvían sus intestinos a tal punto que tenía ganas de vomitar.
Pero ella no lo haría, no vomitaria, no cuando aún tenía un claro y crucial trabajo que hacer.
Quitar la notable mancha de sangre del colchón.
Ella no había matado a nadie ni nada