Capítulo 5. Secuestrada.

*Matteo*

Después de descubrir que la única mujer que había amado con todo mi corazón, se había unido a mi enemigo... aquello me hizo sentirme aún mas vacío de lo que sentí Después de que me abandonase. Aquella m*****a mujer me había hecho que perdiese la confianza en el amor, había sido una estafadora que durante años me había hecho creer que me amaba profundamente y que era mi alma gemela, cuando en realidad solo estaba conmigo por mi status social, mi poder, influencias y fortuna familiar.

Al llegar a casa enseguida descubrí que Dionora no estaba, Después de tocar varias veces a su cuarto por si quería cenar, abrí y vi que estaba vacío, no había rastro de su presencia ni allí, ni en el resto de la inmensa casa ni en ningún rincón del inmenso jardín de la propiedad. En el acto pregunté a empleados del servicio, incluido el chóferes y el ama de llaves sobre su paradero y todos se pusieron a buscar de nuevo como locos por toda la casa, hasta que Margarita me dijo que seguramente hubieso ido a visitar a su abuela al hospital privado que yo mismo había pagado,  y recordé dentro de mi embriagamiento que yo mismo le había dicho que después de la celebración de nuestro falso matrimonio, sería libre para ir a verla las veces que desease.

_Por favor llévame cuanto antes al hospital.

Le dije a mi hombre de confianza, al encontrarlo en el jardín  como era habitual junto al coche negro de lujo que yo más utilizaba cuando debía transportarse a algún lugar de la ciudad.

*Dianora*

Si me había casado con aquel desconocido en contra de mi voluntad era para garantizar la seguridad de las personas que más amaba y me amaban en el mundo... mi abuelita y mi mejor amiga. Si ellas seguían estando bien, no todo estaba perdido. Mis sueños infantiles de ccasarme con un hombre del que estuviera enamorada, se habían desvanecido. ¿Pero que importaba, si ellas estaban a salvo? Realmente nuestro matrimonio era un contrato puramente falso y establecido entre nosotros a ojos de los demás. Simplemente eso.

Al estar ya en el hospital privado en el que estaba mi abuelita, y haberla encontrado dormidita en su habitación me sentí inmensamente aliviada. Estaba sentada en una pequeña y cómoda silla al lado de su cama, tenía una de sus manos cogidas, la veía respirando tranquilamente, estable y a salvo.

Ella siempre estuvo a mi lado protegiéndome de un padre ausente y miserable, solo preocupado por sus negocios turbios y que no mostraba ningún amor por mi, igual que hizo con mi madre mientras ella estaba viva. Yo sabía dentro de mi que jamás me había querido, al menos de la forma que yo le quería a él a pesar de ser así conmigo, pero ¿Cómo había tenido tan pocos escrúpulos de venderme?... ¡Dios santo! ¡Yo era su propia hija! Aquello era definitivamente aún difícil de asimilar.

De repente la imagen de Matteo me vino a la cabeza, era tan guapo... y tenía una mirada azul tan irremediablemente hermosa, sentí una enorme atracción en mi interior hacia él y me sentí avergonzada enseguida de tener aquellos pensamientos calientes. Aunque un punto estaba muy claro, él me había salvado de un destino terrible en el burdel al que me había vendido mi progenitor, y ni siquiera se había propuesto aprovecharse de esa situación buscando ningún contacto íntimo conmigo... solamente me había propuesto estar viviendo en una lujosa villa a su lado fingiendo ser su esposa durante un año, y pensado de aquella manera aquel trato no estaba para nada mal... seguramente podía estar más tranquila allí rodeada de lujos y de aquel hombre que no me haría ningún daño, solo si fingía ser una buena esposa para el públicamente...

También me sentía inmensamente agradecida por haber pagado un trataminto más especializado para asegurar el biesnestar de mi abuelita.

Después de pasarme un par de horas sentada junto a ella, realmente sin creerme que ella pudiese estar bien y descansando tranquila, vi por la ventana que comenzaba a oscurecer. El cielo se había teñido de un azul cada vez más oscuro y el sol poco a poco estaba desapareciendo.

_Volveré a verte muy pronto abuela, te quiero.

Dije después de darle un beso en la frente, al levantarme de la silla, y sentir su calor corporal en mis labios fríos.

Salí de la habitacion sintiendo tristeza por tener que separarme de ella, recorrí los pasillos de la planta hasta bajar a a principal, pero nada más salir por la entrada un lujoso coche oscuro se detuvo bruscamente a pocos metros mios y eso me dejó paralizada durante algunos segundos. En el acto dos hombres trajeados de negro bajaron de vehiculo, eran muy fuertes, corpulentos y altos se dirigieron hacia mi, avalanzándose y obligándome por la fuerza a entrar en ese coche con ellos. Yo grité desesperada e intenté deshacerme de ellos con todas mis fuerzas, pero fue obviamente imposible, yo era muy pequeñita al lado de ellos y era como si no estuviese haciendo ningún esfuerzo para ellos. En tan solo unos segundos me metieron dentro del auto, mis gritos no sirvieron para nada, otras personas y trabajadores que estaban viendo la escena ni siquiera intentaron ayudarme y aquello me hizo sentir totalmente impotente. Estaba claro que aquellas personas eran muy importantes y poderosas si nadie se atrevía a auxiliarme, aquel pensamiento vino enseguida a mi mente a los pocos minutos de meterme en el coche de alta gama y taparme los ojos con una venda para que no supiese hacia donde me llevaban.

*Matteo*

Al llegar al hospital, enseguida llegué hasta la habitación donde se encontraba la abuela de Dianora, mi esposa, aunque pensarla de esa manera, como mi mujer, mi esposa, aún me parecía muy pero que muy extraño. Vi a la mujer sobre la cama profundamente dormida e indefensa, era su abuela, y sentí algo de compasión imaginando lo duro que sería para Dionora ver a su única familia en esas condiciones. No había ni rastro de ella y eso me preocupó, una enfermera de mediana edad pasó justo en aquel momento por el tranquilo pasillo largo y decidí preguntarle preocupado.  Ella no se hubiese fugado , sabiendo que su abuela dependía del cumplimiento del trato matrimonial que tenía conmigo.

_Perdone, perdone señora... por favor, solo un momento...

Dije intentando obtener algún tipo de información.

_¿Sí?

Me preguntó ella con una sonrisa.

_Estoy buscando a mi esposa, vino a visitar a su abuela.

Dije señalando a la mujer que yacía en la cama, para indicar que era la familiar que ella habia visitado.

_He venido a buscarla para llevarla de nuevo a casa pero no está aquí.

_Sí... la recuerdo, ha estado con ella junto a la cama durante un par de horas. Era una chica joven, muy guapa, con el pelo muy largo y oscuro ¿Verdad?

No podía negar aquello, que la describiese de esa manera me hizo de repente pensar en ella, en quien ya era mi esposa, esa mujer era demasiado sensual, recordé rápidamente su piel canela, su cabello negro, su perfecta figura y su mirada inocente... definitivamente, yo era un buen hombre, y no quería propasarme con ella, pero tener relaciones de tipo íntimo con ella no me hubiese desagradado en absoluto. Pero de nuevo, me quité esos pensamientos perturbadores, que un hombre sensato y enfocado en la realidad no tendría, y volví solamente a prestar toda mi atención a aquella enfermera. Debía encontrarla y hacerla volver conmigo a la villa.

Nápoles era una ciudad peligrosa y no era seguro que ella estuviese sola por aquel lugar rodeado de grandes superficies de campo, sin iluminación ni edificios cercanos... algo podría sucederle. Y ella... Dianora, parecía la típica chica que no paraba de meterse en problemas una y otra vez...

_¿Estás seguro de que ella no ha vuelto a casa antes de que tu llegases? Quizás es un problema de comunicación entre vosotros.

_Estoy completamente seguro, si ella hubiese vuelto ya estaría allí, es muy extraño que no se encuentre junto a su abuela.

Aquella mujer no tenía ni la más mínima idea, aquel pequeño hospital privado era una buena opción, mejor que los centros hospitalarios públicos que en muchas ocasiones no daban los cuidados necesarios,  ya que podían tener escasez de recursos o falta de personal... pero lo negativo era que estaba muy alejado. Realmente no sabia como Dianora había estado a salvo durante tanto tiempo en una ciudad tan corrupta y peligrosa, no me extranaba para nada que hubiese acabado en aquel burdel...

Ella era una víctima de  las circunstancias. En ese insante tuve un mal presentimiento, sentí que ella no se encontraba a salvo, de alguna manera estaba en peligro... y aquello sin esperarlo me preocupó aunque no la conociese de nada, en los pocos días que la había conocido me pareció una joven con demasiada inocencia y bondad, y que estaba muy sola en el mundo. Y en cierto sentido... yo me sentía igual, rodeado de muchas personas y de grandes lujos, pero solo. Y al final del día después de cumplir con mis oligaciones, al tumbarme sobre la cama, me sentía increiblemente vacío e insignificante.

Me dirigí desesperado como un loco por cada lugar del maldito hospital, aquella niña malcriada estaba sacándome de quicio con sus juegecitos. Pero justo en ese momento uno de mis hombres, Adriano, me llamó al teléfono móvil.

_¿Qué ocurre?

Pregunté enfadado.

_Tienen a Dianora...

_¿Quién tiene a Dianora?

Pregunté gritando sin poder controlarme.

Han enviado un vídeo a mi teléfono de ella secuestrada con los ojos vendados entre dos hombres corpulentos, la tienen.

Adriano era un medio para que terceros o otros clanes se comunicasen conmigo, y todo tipo de contacto llegaba a través de el a través de contacto telefónico.

_Son hombres de tu enemigo principal, Julio. Y... luego... me llamó tu ex novia.

_¿Esmeralda también está involucrada en esto?

_Parece que sí.

_Dice que o te reunes con ella a solas o hará que maten a Dianora.

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