Daniela
Es increíble lo que estoy viendo mi futuro esposo está besándose con una castaña de ojos color avellana, semidesnuda, únicamente cubierta con una camisa que no le tapa nada.
La camisa que lleva la reconozco a la perfección porque pertenece a David. Le cubre la mitad del muslo y en cuanto al susodicho solamente viste unos boxers.
Los dos están ocupados besándose en el sofá con ella sentada en sus piernas y no se percatan de mi presencia.
—¡David!—Grite fuerte llamando su atención
Al parecer este ser sin cerebro no se dio cuenta de que la sirvienta se fue de compras y me permitió entrar.
Al escuchar mis gritos los dos se despegaron y se voltearon a verme. La cara de él es un poema y ella simplemente me mira mal.
—¡Quien es esta!—Le pregunta la mujer con un tono de desagrado
—¡Quién te permitió entrar de esa forma a mi casa, Daniela!—Exclama él
Reí—Me lo permití yo misma, cariño. Necesito que hablemos.
—¿A caso vienes a despedirte?—Me pregunta entre risas
—No, porque tú no te