Un error para no olvidar
Un error para no olvidar
Por: Indiana Lo
Capitulo 1.

Me había quedado sin helado de dulce de leche granizado, un clásico de sabor uruguayo para llorar las penas. No había mejor consuelo que un bote de helado, bueno eso y el sexo de revancha, pero de todas formas, ese viernes a las 00:00 hs lo único que necesitaba era helado.

Pedí por la aplicación de pedidos ya, un litro de helado y 3 cucuruchos. Encendí YouTube en la televisión y me deje seducir por la play-list más depresiva que pude encontrar. Una copa de vino blanco en mi mano (el cual detestaba), pero era el único alcohol que tenía en mi apartamento.

Habia sido regalo de un cliente satisfecho. Siempre me regalaban alguna cosita cada vez que sus viajes salían a la perfección. Trabajo en una agencia de viajes. Si bien ahora les estoy pintando una imagen de mí: triste y deprimente, en realidad soy una mujer de 27 años bastante alegre, quien ama su trabajo más que nada. Cada vez que alguien se sienta en la silla acomodada frente a mi escritorio no puedo hacer otra cosa que sonreír, trabajo con el placer de las personas, trabajo con llevar a la realidad la ilusión de unas vacaciones mágicas.

Natalia, mi mejor amiga, dice que vivo en un cliché romántico todo el tiempo, que no veo las cosas con claridad, que todo lo tiño de un color rosa pastel. ¿Por qué rosa pastel? ¡Ni idea! Ella trabaja conmigo, entramos las dos al mismo tiempo e hicimos clic enseguida. Ella es quien pone mis pies en la tierra y yo la ayudo a mirar hacia las nubes.

Pero no nos distraigamos con cosas aburridas y volvamos a ese oscuro viernes, tomé mi copa de vino y me observe en el espejo de la sala. Mis ojos me recorrieron lentamente, estaba inmaculada. ¡No podía ser! Me acababan de romper el corazón en mil pedazos, tenía que verme demacrada, pero mi cabello estaba en donde tenía que estar, mis labios estaba ligeramente rojos y mis ojos azules tenían su delineado perfectamente colocado.

Charles Monsuernu me había dejado ese mismo viernes y yo aún no había derramado ni una sola lágrima. ¿Qué clase de prometida era?, quién se suponía que era el amor de mi vida, el hombre con quien había decidido compartir mi vida para siempre. Me había dejado tomando el té. ¿A quién se le ocurre? ¡Solo a un francés!

Me paso a buscar en su cámara de los 70 que era su último bebé, me saludo con un beso en los labios y me dijo lo bonita que me veía. Fuimos en silencio hasta los "Jardines de Lavaren", era una nueva casa de meriendas que quería conocer hacía ya demasiado tiempo. Charles había reservado una mesa y me había adelantado que tenía que hablar de algo muy importante conmigo. Yo imaginé que era sobre los postres que íbamos a elegir para la recepción de nuestra boda. Que ilusa yo.

El maitre del restaurante nos recibió y acomodó en una mesa apartada, debajo de un enorme ceibo. Nos entregó la carta y yo me deleite con las opciones de platos, saque mi celular para comenzar a documentar mi experiencia en las redes. Mi novio miraba, muy atentamente, cada cosa que hacía. Para pelearlo, como siempre, me pare y me puse junto a él y nos tompe una foto y fue allí que comenzó el fin.

Marie, no subas esa foto por favor...

Ayyy Charles, no te preocupes, salimos más que bien.

Marie, tenemos que hablar.

Allí me di cuenta que algo no estaba bien, su postura corporal estaba rígida y me di cuenta que su nuez de adán se manifestaba al tragar, no me mantenía la vista a los ojos. Volví hasta mi silla y me senté lo más esbelta posible, apoye ambas manos en la mesa y mire por un segundo el enorme anillo de compromiso que se mostraba ergio en mi dedo anular desde hacía ya 7 meses. Este té, obviamente, no era sobre los postres que íbamos ofrecer a nuestros invitados.

¿Qué hacemos aquí Charles? - le dije mientras le ponía unas gotitas de esplenda a mi café americano. Hacia 20 minutos que me miraba atentamente, pero no decía nada.

Tenemos que hablar Marie Anne - me dijo él nuevamente. Tome un largo sorbo de mi café y con una entereza no digna de un supuesto cliché romántico, le respondí:

Querido, acaso estas entrando en la demencia como tu abuelo Paul, que volver a repetir lo mismo, por favor Charles, di de una vez por todas para que me has traído aquí.

Necesitamos dar por finalizado nuestro compromiso

Sus palabras no me dolieron como imaginé que me deberían doler. En cualquier película cuando la la protagonista la dejan no siente lo que sentía yo en ese momento, pero me deje creer que era por el shock de lo que estaba escuchando y no por otra cosa. Me dije a mi misma que, seguramente, cuando llegara a mi apartamento lloraría a lágrima partida, por perder a mi gran amor. Pero en esa mesa, bajo ese ciprés con una pequeña sonrisa ladeada, en un absoluto control de mis emociones como me había enseñado mi familia toda mi vida, le dije a mi ex prometido:

¿Necesitamos? ¿Vos y yo?

Marie Anne, tu sos muy perspicaz, sabes muy bien lo que quiero decir.

En realidad no Charles, no tengo ni la menor pista de lo que quieres decir. Me parece que sería prudente de tu parte explicarme por qué a 20 días de nuestra boda, debemos de cancelarla - me di cuenta que mi voz se estaba elevando y como bien me enseñaron "quien se enoja pierde". Así que agregue con una falsa sonrisa - realmente me hacía mucha ilusión la mesa de postres. Ya tenía los 10 postres elegidos y todo.

No todo es un chiste Marie, hay cosas que realmente importan.

Pues, evidentemente, no nos importan las mismas cosas, porque yo nunca te hubiese hecho lo que me estás haciendo Charles, en primer lugar...

Marie...

No querido, déjame explicarte porque esto me parece un "mal chiste". En primer lugar, me trajiste a los "Jardines de Lavaren", sabiendo perfectamente cual obsesionada he estado en las últimas semanas con este lugar; en segundo lugar, me subo a tu coche y me recibís con un beso y un "hoy te vez hermosa", no entiendo porque no me podías dejar como una persona normal, creo que hasta un mensaje de texto hubiese sido más adecuado que todo esto.

Tal vez tienes razón, pero tu reacción no está siendo la más apropiada, teniendo en cuenta que nos conocemos desde siempre y hemos sido novios los últimos 7 años. Nunca has demostrado nada por mí.

¿Puede ser que este escuchando que me estés echando la culpa a mí, que esta sea la peor dejada de la historia?

Él no respondió nada más, tampoco me interesaba escuchar algo más de lo que Charles podía tener para decirme aquella tarde de viernes. En completo silencio me pedí un Uber, deje la cantidad de dinero suficiente para pagar tanto mi comida como la suya y me levante de aquella mesa. Me puse la chaqueta sobre los hombros y comencé a caminar hacia la salida de aquel lugar. Sentí sus pasos acercándose a mí, me tomo por el hombro y me hizo girarme hacia él.

Sé que ahora estoy siendo el malo de la película Marie, pero esto no lo hago solo por mí, lo hago también por ti. Nos conocemos desde siempre, yo te quiero mucho, no es justo que nos hubiésemos hecho lo que estábamos a punto de hacer.

Charles, no me interesa nada de lo que tengas para decirme, no me importa porque me estas dejando. Si es para hacerme un favor, si es porque estás enamorado de alguien más, si es porque me queres demasiado. Realmente, no me importa, solo déjame en paz...

Déjame llevarte hasta tu casa por lo menos.

¡No charles!, sos libre, ya no te tenes que ocupar de mí - me acerque a él y le di un beso en su mejilla y a su oído le susurre - Yo voy a estar bien, no te preocupes por mí...

Con estas palabras me di media vuelta y me subí a mi uber. Me pareció escuchar a lo lejos un "lo sé", pero posiblemente fue fruto de mi imaginación. Me puse los lentes de sol pensando que en cualquier momento las lágrimas bochornosas iban a invadirme, pero eso no sucedió. Hacia ya alrededor de 7 horas de que el uber me había dejado en la puerta de mi edificio y nada, ni una sola lágrima, estaba desesperada, me merecía poder llorar en la ducha mientras las gotas de agua caían sobre mi espalda.

Me veía jodidamente bien y es que me había arreglado a la altura de los "Jardines de Lavaren", a las 00:00 hs, aún llevaba puesta la ropa con la cual me dejaron: un pantalón capri caqui, una musculosa con volados rosa pálido, unas sandalias con tacón, un atuendo digno de un té. Me puse un poco más de rímel, que no fuera resistente al agua, así cuando las lágrimas llegaran podría verme a mi espejo como un verdadero mapache.

Sin previo aviso, la lista de música deprimente se transformó en algo un poco más "bum para arriba" y el vino que comenzaba a hacer presencia en mí, me permitió moverme al ritmo de la canción de reguetón que sonaba, si alguien me hubiera visto, hubiera disfrutado de un buen espectáculo.

El timbre de mi apartamento sonó y pegue un grito emocionada, ya que mi helado había llegado, busque una propina para darle al chico y poder tener una noche de pasión con mi esperado helado.

Ya voooooooooy

No encontraba ninguna moneda, odiaba no tener propina para darle, pero me dije a mí misma, que la próxima vez le daba el doble y listo. Abrí la puerta y me impresione por el pedazo de hombre que tenía enfrente de mí. El chico que tenía una bolsa entre sus manos, me veía con una cierta impresión. Yo por mi parte me tuve que censurar de dar un chillido ¡Es que estaba buenísimo! : Alto, seguramente me llevaba más de una cabeza, llevaba puesta una cazadora que se ajustaba a sus músculos, no era excesivo pero tampoco era un flacucho, tenía un pantalón azul que se pegaba como una segunda piel a sus piernas. Subí mis ojos, lentamente, hasta su cara (es que me había dejado lo mejor para el final), tenía unos labios gruesos e increíblemente rosados, listos para besar, las pestañas eran demasiadas largas para ser un chico ¡No era justo!, sus ojos eran de un color gris, profundos, capaz que a simple vista los confundías con un azul oscuro, pero yo me tome el tiempo suficiente para poder entender que eran grises. Por último, su cabello de un rubio oscuro, estaba húmedo, como si recién hubiera salido de la ducha.

Me dije para mí misma (este chico tendría que dedicarse al modelaje en vez de repartir helados), extendí mis manos para recibir el helado, pero él en cambio cruzo el umbral de mi puerta. Ahora a lo lejos me doy cuenta que eso no fue normal, pero en ese momento con una botella de vino blanco pedorro en mis venas, me pareció lo más normal del mundo. Cerré la puerta detrás de él y camine hacia la cocina que estaba integrada con mi comedor y mi living.

Deja por acá el helado - le dije indicándole la isla de mi cocina, mientras que yo me subía en puntitas de pie a buscar un vaso donde poder servir el helado, tome dos, porque un chico así, merecía que le compartiera un poco de mi helado. No sabía su nombre, podría fijarme en la aplicación, que siempre dice quién es la persona que te trae el pedido, pero me pareció más copado directamente preguntarle - ¿Cómo es tu nombre?

¿Ya te olvidaste?

Hoy justo no es un día para recordar nada... ni siquiera el nombre de un bombón como vos - La poca cordura que me quedaba se escandalizo por haber usado la pablara bombón, ¡por favor! ¿Es que acaso tenía 40 años y me llamaba Susana?, mis mejillas comenzaron a arder y pude imaginarme que debía estar rojas.

Capaz que fue un día malo, pero intentemos que la noche suba un poco la puntuación... me llamo Nicolás

Nico ... - dije yo en un susurro, como acostumbrándome a escuchar su nombre salir desde mis labios ¿Qué? Estaba muy borracha. Además le dije - lo menos que puedo hacer es convidarte con un poco de helado, ¿quieres?

Ese es un problema... porque traje pomelo y gin, no helado - me dijo él, allí nuevamente debería de haberme dado cuenta que estaba pasando algo raro, pero vamos a ser sinceros, mi novio, ¡qué digo novio!, mi prometido me había dejado y ahora tenía frente a mi puerta un adonis en toda regla, como dije al principio: hay dos formas de ahogar las penas. Uno puede ser helado, que al parecer no sería el caso y otra era el "sexo revancha". Así que apagué la pequeña voz que me decía "Marie esto esta RAROOOO" y solo me enfoque en el aquí y ahora.

Creo que es justo lo que necesito Nicolás, un poco de gin para que esta noche sea totalmente memorable.

Pequeña, creo que tomando el gin va a ser todo, menos memorable....

Seguramente tenía razón, unos cuantos tragos de gin e iba a quedar inconsciente, pero no me importó, serví dos vasos con hielo y lo invité a sentarnos en el sillón. Puse música de Dúa Lipa y tome un gran sorbo sin mirarlo a la cara, sentía vergüenza.

Es que a ver, toda mi vida estuve con el mismo hombre: Charles, nunca estuve con otra persona. Nuestra relación tampoco fue diga de una novela romántica: no fue emocionante, no tuvo sorpresas, no tuvo peleas, no tuvo ningún tipo de pasión. Pero lo que sentía en este momento, teniendo a un total desconocido en mi sillón, la persona que se suponía que me traería el helado, me generaba un montón de sensaciones que creí que estaban olvidadas. Sentía esa cosita en la panza, igual que cuando era más chica, cuando estaba a punto de portarme mal. Había olvidado lo bien que se sentía portarse mal. Lo mucho que lo disfrutaba, yo cambie demasiado por Charles, para estar a la altura de ser su compañera. Sintiendo esas mariposas en mi panza junto al chico de los helados entendí porque no derrame ni una lágrima. Charlas nunca me hizo sentir las mariposas en la panza.

Me anime a mirarlo a los ojos y sonreí, una sonrisa real, de esas que muestran todos los dientes, es más seguro que hasta parte de la encía, no me importaba mostrarme incorrecta, sin pensarlo ni dos minutos más, tomé el vaso que él tenía en sus manos y lo apoye en la mesa ratona que teníamos frente a nosotros. Él levantó una ceja, como preguntándome "¿Qué paso?", yo solo elevé mis hombros, como respondiéndole "¿Qué más da?". Y sin más miramientos él me beso. Yo no perdí el tiempo y tome su nuca entre mis manos, no era un beso tierno ¡claro que no! ¿Quién quiere un beso tierno del chico de los helados? Lo que yo buscaba era fuego, era pasión, portarnos mal y cuando me levantara mañana por la mañana que él no estuviera en mi cama y nunca más verlo. Eso mismo es lo que quería. Sin más vueltas me subí entre sus piernas, el tomo la punta de mi musculosa con volados y la hizo desaparecer sobre mis brazos. Me separó unos centímetros de su piel para mirarme. No sentí vergüenza, casi siempre cuando estaba con Charles prefería que no hubiera luz para que el no pudiera ver ninguna parte de mi cuerpo, me sentía insegura de su mirada perfeccionista. Pero con el chico de los helados, Nicolás, nada de eso importaba, porque no lo iba a volver a ver, así que no me molestaba que viera las pecas en mis hombros, no me molestaba que me viera.

Sos hermosa - me dijo el mirándome a los ojos

Shhhh - le dije yo volviéndome a su boca nuevamente y cortando sus palabras. Pues lo único que necesitaba de él era su cuerpo.

Saque con fuerza la cazadora y la tire detrás del sillón. Sin darle tiempo le hice levantar sus brazos y saque su remera blanca. Me tomé unos segundos para admirar su cuerpo, no era excesivo, pero tenía lo justo y necesario. Me pare del sillón y le extendí la mano para que se parara junto a mí, tenía un six-pack, perfectamente delineado en su abdomen, me fui arrodillando frente a él pasando mis labios por cada uno de sus abdominales. Luego ya estando arrodillada frente a él me dedique a desabrochar el pantalón, él solamente me miraba fijamente. Cuando estaba desabrochando el penúltimo botón, sonó un timbre, decidí ignorarlo, y me atreví a desabrochar el último, pero fue allí que sonó nuevamente el timbre y esta vez no me quedo dudas que era en mi apartamento.

Me levanté del piso con ayuda de él y le dije en un susurro " ya vengo" , no me importo estar en sutién, quería m****r a pasear a quién se daba el lujo de interrumpirme en esta loca noche de pasión. Abrí a penas la puerta y dije:

¿Si?

- ¿Señorita Marie? - me fije en el chico de unos 18 años que estaba frente a mí, tenía un poco de acné en su cara y unos pantalones deportivos con una remera que decía "helados pochos", baje mi mirada a sus manos y vi con horror que tenía un pote de helados y tres cucuruchos, yo solo asentí con mi cara y él me dijo - aquí tiene su helado señorita, disculpe la tardanza.

Tome el helado entre mis dedos y el chico se fue. Sin lugar a dudas este era el chico de los helados, pero entonces ¿Quién era el chico semi desnudo que estaba en el living de mi casa?

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