Teo estaba agotado. Las grabaciones del día se habían extendido mucho más de lo previsto y él había tenido que asistir a casi todas, sin un solo descanso real. Sentía el cuerpo pesado, como si cada músculo protestara por seguir en movimiento, y los párpados le caían de puro cansancio. Si no fuera porque también tenía hambre, ya estaría camino a su habitación.
—Este fue un día largo —comentó Rachel, sentada frente a él. Ella y un par de los chicos habían decidido cenar en el restaurante del hotel y lo habían invitado a unirse; más que aceptar, Teo había sido prácticamente arrastrado por uno de ellos.
—Ni que lo digas. Solo quiero llegar a mi habitación y dormir hasta la próxima semana. Green estuvo particularmente exigente hoy.
—No digas su nombre, no vaya a ser que lo invoques. —Rachel sonrió—. ¿Tienes grabaciones programadas para mañana?
—Yo estaré libre todo el día —dijo ella con una sonrisa cansada—. ¿Qué te parece si vamos a algún lado cuando te desocupes? Llevamos aquí un buen ti