Siento que me mira mucho.
—¿Qué tanto miras? ¿No estás cansado de mirarme desde que somos niños? — pregunto para molestarlo.
—Nunca me cansaré de mirarte — responde él.
Tengo que sonreír ante lo que me acaba de decir. ¿Cómo podía ser así de tierno?
—Pues, ya que desististe de esa estúpida boda, tien