La fiesta de disfraces I: Los curas y la monja.
Nos veíamos cómo unos jodidos dioses.
Caleb y Jared se veían más ardientes que las malditas llamas del infierno. Ambos vestían pantalones negros y camisa negra. Encima de sus hombros colgaban unas telas de color blanco que tenían una cruz bordada y les llegaba solo hasta el pecho. Bueno en verdad, Jane los había cocido a sus camisas y se veían mucho mejor. Además que les daba la soltura para moverse sin que se les estuviera cayendo a cada momento.
—Se ven ardientes. Si no estuviera de novia, probablemente habría querido pecar con los dos al mismo tiempo.
Caleb abre los ojos y Jared se larga a reír.
—¡Dios santo! —dice Jared. Luego mira a su hermano—. Cuide a esta señorita, Catalina, porque usted y yo no somos amigos.
Ahora es mi turno de largarme a reír. Pero luego me vuelvo hacia Caleb que nos mira confundido e incluso un poco molesto. Subo mis manos por su pecho y abro un botón de su camisa para dejar un beso.
—Era broma. Pero contigo sí quiero pecar.
—¿Qué es eso que dijiste? —le