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Entraron a la unidad de cuidados intensivos y les permitieron cargar a Thomas. Lloraron, se enojaron con Dios. Era demasiado pequeño, el mundo perdía el chance de conocer a un ser humano extraordinario.

Sebastián llegó al rancho cuando eran casi las dos de la tarde. Juliana le esperaba viéndose ansiosa. Desde que había salido del hospital siempre sufría de ansiedad. Sin embargo ese día estaba distinta.

Ni que decir de que cuando al verlo se le tiró a los brazos. Lo que lo puso furioso fue verle el labio partido y el ojo morado.

— ¿Qué pasó, bonita? ¿Quién te golpeó?

—Mi padre ha

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