2

Un par de horas después llegaron Thomas y Anatole. Este último empezó a explicar cómo había ido todo. Mientras escuchaba las buenas noticias no dejó de prestarle atención a Thomas, este no se veía feliz, no del todo.

—No hubo daño serio. La dejaremos salir en tres días. ¿Vas a contratar enfermera?

—No, de ella me encargaré yo. No confío en nadie para su cuidado. Alguien de nuestra gente fue parte de esto.

—De acuerdo, mantén limpio y seco el vendaje. Por unos días solo ayúdale con baños de esponja para evitar humedecer la zona. Aunque te daré vendajes impermeables, prefiero ser exagerado. Iré a verla un par de días después y si veo que cicatriza bien la dejaré bañarse, pero no dentro de tina.

Debemos evitar sumergir la pierna porque se puede volver a abrir al suavizarse  la piel y esto causaría que se suelten los puntos. Después de bañarla quítale el vendaje y coloca uno nuevo. Si aún a pesar de ser impermeable de alguna forma se filtró agua déjalo secar antes de colocar la venda. Puedes usar una toalla seca para dar golpes suaves a la herida para ayudarla a secar. Una semana de antibióticos y medicamento para el dolor con cada comida.

—Gracias Doc.

—Por nada, en una media hora ya podrán entrar a la habitación.

Costas y Carintia se alejaron con el doctor para dejar a su hijo junto a Thomas.

—Hermosa tu Claudia. Fue afortunada también.

—Pero por la cara que traías.

—No sé cómo decirte esto.... tiene entre 20 y 30 cicatrices o marcas de factura en su espalda, partes altas de la pierna. Christos a esta mujer alguien la ha molido a golpes durante mucho tiempo.

La ira... las ganas de matar que recorrían a Christos eran inmensas. Sí, habían hecho el amor….bueno cogido como dementes pero al estar bajo la luz de la luna detalles así no fueron claros para él. Y ahora entendía porque ella solo usaba pantalones y blusas bastante cerradas, nunca usaba la piscina….

— ¿Cómo sabes que no fue un accidente que la dejó herida así?

—Nadie podría sobrevivir a esa cantidad de heridas o al menos no alguien tan pequeñito como ella. Demonios, no debe medir más de metro sesenta y cinco. La he puesto en una habitación privada con dos camas pues asumo te quedas con ella.

Claudia despertó algunas horas después, observó a Christos durmiendo en una posición bastante incomoda. Al sentir ruido, Christos se incorporó. Se colocó cerca de Claudia y movió la cama para enderezar el respaldo. Le dio un beso y se sentó a su lado.

—Hola Clau, te operaron para extraer la bala, no hubo complicaciones mayores pero si como mil amenazas del médico sobre cómo debo cuidarte mientras cicatrizas.

—Sabes que va a seguir insistiendo, por eso creo que deberíamos adelantar la boda. Podríamos hacer una ceremonia civil solos con tu familia cercana y más adelante la boda por la iglesia. Incluso ya casados de forma civil debe darse por vencido. No quisiera que nos arruine el día del matrimonio por la iglesia.

—Si estás segura….

—Lo estoy, creo que podemos tener una buena vida juntos. ¿Tú abuela y tú mamá no resultaron heridas?

—Ni un rasguño, la abuela ha considerado todo esto una aventura, bueno… salvo tu herida claro está. ¿Tienes fuerzas para que te pregunte algunas cosas?

—Si claro.

— ¿Quién es el responsable de tus cicatrices? ¿Fue Dominic?

—No, esas son cortesía de mi padre. Pero en teoría Dominic se encargó de él.

—Por eso vistes ropa tan incómoda en estos calores. Mi Clau, tendrías que habérmelo dicho.

—Lo sé pero me daba pena.

—Regresaremos a la casa en unos cuantos días. Luego iremos de compras, muchos shorts y camisetas de tirantes.

— De acuerdo. ¿Estos días debes ir a trabajar?

—Puedo delegar. Espero recibir reportes del proceder de Dominic.

—Traje catástrofe a tu vida.

—No, trajiste esperanza y luz a mi vida. Dominic no es nada no tiene más poder. No va a dañarte de nuevo.

—Dice amarme.

—Empiezo a sentir cosas fuertes por ti Claudia y llegaré a amarte. Si me dices que quieres volver con él, te dejaré libre porque el amor, ese no amarra, obliga ni violenta.

—No, con él no quiero volver. Pasé un año llorándolo, superé su pérdida más no la culpa, tenía mis manos llenas de sangre. No puedo perdonarlo.

—No puedo creer que te hiciera eso.

—Una cosa es llorarlo porque murió, otra ser su asesina y pensar en que todo fue planeado, que me provocó llevándome a tener que tomar la decisión de matarlo para proteger a su madre…solo para poder desaparecer de los radares de sus enemigos, eso va más allá de cualquier perdón.

Una cosa era saber que debía guardar reposo, pensaba Claudia, y otra muy diferente hacerlo. Sobre todo porque la boda civil se realizaría en pocos días. Dominic abiertamente declaró la guerra a los Zabat porque habían secuestrado a Claudia. Así que los planes habían cambiado un poco. A pedido de Claudia Christos había hecho público el ataque de Dominic, todos sabían de lo que era capaz y no veían a Dom con buenos ojos.

Muchos de los que habían querido comprarla en el pasado lo habían hecho pensando en ella como una candidata ideal a esposa y madre. Por eso resultaba increíble para ellos aceptar que Dominic era el encargado de atacarla cuando había sido un receloso protector. También supieron la forma en que fingió su muerte y comprendían a Claudia por alejarse, nadie mostraba ninguna empatía hacia él.

En casa de Dominic era un caos total. Sebastián había empezado a comprender a su hermana. No entendía como había podido traicionarla de esa forma.

—A riesgo de que me asesines, ella está mejor. Lo que le hiciste, lo que le hicimos fue abominable.

—Era necesario

—No de esa forma. Si de verdad la amabas no tendrías que haberlo hecho.

Uno de sus hombres traía un sobre y por su mirada no parecía nada bueno. Nada más agarrarlo vio la decoración de una invitación a una boda y los nombres de su Claudia y el de Zabat.

—No, no puede ser.

Un par de días antes de la boda, Dominic llegó a casa de Zabat, vaya cara dura pensaba Claudia cuándo le notificaron que estaba gritando en la entrada qué si no salía no iba a marcharse.

— ¿Llamaron a Christos?

—No logramos que entre la llamada.

—Llévenlo al jardín. Pero quédense cerca por favor.

—Si señora.

Llegó al jardín con dificultad, aun cojeaba un poco, los puntos seguían sin ser retirados. Dos guardaespaldas la escoltaban y se quedaron a una distancia prudente tal cual les pidió.

Mal día para que Christos  no estuviera. Había llevado a Nana y a sus padres a almorzar fuera y aunque habían insistido en que fuera con ellos, les dijo que quería un tiempo a solas para descansar.

—Dominic, no puedo decir que sea un gusto.

—Has cambiado, te ves hermosa, sí. Pero eres seca…no sentiste nada por mi o eso parece.

—El año que lloré con culpa fue el peor de mi vida. Pensé en suicidarme pero el saber que tenía a un hermano me detuvo. Me reprendí por ser egoísta y luché con la culpa. Luego me revelaron su numerito y lo que sea que hubo murió. A eso añádele el que tu hombre me disparó y comprenderás el porqué de no querer verte.

—Tenía la esperanza de que te fueras conmigo por las buenas. No me queda más remedio que llevarte sí o sí.

Para asombro de Claudia, Dominic se puso detrás de ella sosteniendo una navaja. Los guardaespaldas dieron un paso adelante pero la gota de sangre en el cuello de Claudia los hizo retroceder. Empezó a arrastrarla con él, ella no quería irse.

Sin embargo cuando minutos después era metida a la fuerza dentro de un maletero supo sin lugar a dudas que estaba en manos de una Bestia.

Mientras se alejaba dentro de la cajuela sentía miedo. Esperaba que Christos pudiera encontrarla. Por lo que había visto en Dominic, era peligroso. Parecía como si cuando al estar con ella se cuidaba de no mostrarse tal cual y hoy, había visto a los demonios dentro de él. Y no le gustaba.

Sí, había sentido cosas fuertes por él pero no como lo que sentía con Christos.

Al pensar en él, pensó en Nana. Se había encariñado con esa abuelita aventurera y de mente liberal. No quería acabar sus días en manos de Dominic, porque aunque anhelaba volver con Christos, su miedo a no lograrlo era grande. No podía engañarse y pensar en Dominic como un adversario fácil para Christos. Cerró los ojos mientras lágrimas caían por su rostro. Le dolía la pierna y el vendaje estaba húmedo.

Decidida a retrasar los planes de Dominic apretó la pierna.

¡La puta madre que la parió, cómo dolía!

El auto se detuvo de forma brusca, la cajuela vibraba…estaban en alguna clase de camino rural. Escapar de la isla no iba a ser fácil, para ese momento ya la gente de Christos tenía que ir tras ellos.

Claudia estaba nerviosa, el aeropuerto no les dejaría despegar, así que probablemente la huida seria hecha por mar.

La cajuela seguía cerrada pero Dominic estaba fuera charlando con Sebastián. Claudia no podía escuchar, solo esperaba a que cual paquete, la metieran a un barco.

—No podía dejarla ahí.

—Zabat tiene seis barcos en las afueras, jamás saldrás a aguas internacionales con ella.

—Maldita sea, necesito llevarla a casa.

—Déjala ir. Zabat ofrece un trato.

—Ese imbécil…

—Si dejas a Claudia en tierra y te marchas, no irá tras de ti.

—Entiende que de aquí no me marcho solo. Tengo una de mis propiedades, comprada bajo un nombre falso. Me quedaré ahí hasta que sea seguro salir.

—Dominic, has secuestrado a la prometida del traficante de armas más importante de Europa. Piensa en tus padres.

—Que muera quien deba morir, Claudia es mía y eso es todo.

Cuando abrió la cajuela y vio a Claudia cubierta de sangre se asustó. Todo aquello estaba fuera de control. Hasta que puso un pie en la propiedad Zabat, había estado seguro de que Claudia iría con él. Pensó que ella era coaccionada para quedarse ahí, pero ella realmente no quería ir con él y perdió el control.

Sabía que esa mujer era una obsesión como tal, era una droga de la que no podía escapar.

—Gatita, vamos a ir a una casa de forma temporal. Ya está abastecida con suficientes alimentos para varios meses.

—Quiero ir con Christos.

Dominic la sacó sin delicadeza y la arrojó al suelo. Claudia no se movió y él preso de la ira y desesperación empezó a patearla. Luego la metió sin delicadeza a un auto diferente y se fue a la casa donde se ocultarían.

Horas antes

Christos no estaba feliz de dejarla en casa. La herida no estaba bien del todo, tenía dolor y además aún al cerrar los ojos la veía sacudirse por los disparos. Pero si actuaba como un loco obsesionado con no dejarla salir, o no dejarla en casa sin él, acabaría como Dominic. Tenía que darle sus espacios. Así que acompañado de Nana y sus padres fue a almorzar fuera.

Estaban ya en el postre cuando le avisaron del secuestro. Fingió que era una llamada de negocios y se levantó de la mesa. Su padre supo que algo iba mal y dejó a las mujeres un  momento para ir en busca de Christos.

—Dominic se la llevó. Mis hombres han ido tras él pero solo encontraron el auto. Enviaré varios de mis barcos para cercarle la salida, ese imbécil no abandonará Grecia con mi mujer.

—Llevaré a las damas a casa, allá esperaremos por noticias.

—Nana…

—Sabes como es. Se preocupará pero es fuerte. Luego le pedirá a mi nuera que le describa todo con lujo de detalles. Llamaré a mis socios y pondré precio a la cabeza de Dominic. Mi nuera es casi una Zabat, con los nuestros nadie se mete. Cuando perdimos a Antonella estabas mal pero ella no fue en tu vida lo que es Claudia ahora.

Sin prestar más atención a su padre llamó a Sebastián.

—Tu estúpido amigo secuestro a Claudia.

—Dominic está fuera de control. He pensado en abandonarlo…

—Ayúdame a dar con ella y tendrás un espacio en mis filas. Has sido fiel a Dominic pero esto va más allá de todo. Las mujeres de otros no se tocan, nadie va a darle su apoyo.

—Gracias por la oferta y la acepto. Trataré de encontrarlo y te aviso.

—Dile que la deje en algún lugar. Si lo hace podrá salir de Grecia.

—Lo dejarás vivo.

—Mi palabra vale. Pero necesito a Claudia viva.

—Nunca la lastimaría.

—Le puso un cuchillo en el cuello. Claudia sigue recuperándose aún de la herida de bala. Pensamos que no era serio pero no cicatriza, debe estar en reposo y de acuerdo a mis hombres, no solo la secuestró, la metió dentro de la cajuela del auto.

—Maldición, había dicho que viajaría antes de la boda para charlar con ella, nada más.

—Habla con él y explícale lo precaria de su situación.

Algunos minutos después, la llamada que esperaba.

—Dame buenas noticias porque voy llegando al lugar dónde encontraron el auto abandonado y siento que el tiempo pasa sin tener una respuesta.

—Le dije que lo dejarías marchar pero no escucha. Me habló de una casa que adquirió bajo un nombre falso, que está abastecida con agua y alimentos.

— ¿Sabes el tamaño que tiene esta ciudad?

— ¿Tienes algún especialista en telecomunicaciones?

—No aquí en Grecia.

—Salgo para allá en un vuelo privado. Si tienes equipo…

—No tengo nada de eso aquí. Nunca me preocupé por cosas así antes.

—Pues vaya con el traficante más poderoso de Europa.

—Sebastián, no estoy para juegos. No me hagas olvidar que eres mi cuñado.

—Bien, llevaré mis equipos y desde allá triangularé la señal del celular de Dominic con las antenas de telefonía. La encontraremos.

—Eso espero.

Al llegar al auto decidió que Dominic era hombre muerto. Había bastante sangre en las alfombras de la cajuela. Probablemente la herida de la pierna había sangrado. Luego vio manchas de goteo en el suelo. Mientras miraba alrededor un joven se acercó a ellos. Agitaba un celular con energía.

—Señor, yo vi lo que pasaba. Este celular no tiene línea pero funciona bien. Hoy robé medicina para mi hermana menor y al salir huyendo me escondí tras unos árboles. Vi el auto llegar y cuando el hombre abrió la cajuela y trató de sacar a una mujer empecé a grabar.

Christos agarró el teléfono y observó el video. Mientras miraba a Claudia en el suelo, siendo pateada por Dominic supo que el encontrarla era ahora prioridad. Apenas acabó el video se volvió hacia el joven.

—Dijiste que robaste medicina para tu hermana. ¿Tus padres no trabajan?

—No. Papá era jardinero pero lo consideraron muy mayor. No lo es pues tiene cincuenta años. Mamá había trabajado como empleada doméstica en tres casas diferentes y vivíamos bien. No con lujos pero me dieron este teléfono para poder llamarlos si algo iba mal en casa. Pero mi hermana cayó enferma y la despidieron.

—Tú te quedabas solo con la pequeña.

—Sí, cumplí 17 años hace un mes. Al salir de clases iba por ella a casa de una amiga. Salía unas horas antes que yo y la mamá de su compañera nos ayudaba recibiéndola en casa mientras acababan mis clases.  Nunca quise abandonar mis estudios porque quería ir a la Universidad para sacar a mis padres adelante. Pero ahora ambos están sin trabajo, nunca he robado pero ella está enferma.

— ¿Qué tiene?

—Empezó como gripe pero no mejora.

—Mis hombres te acompañarán a tu casa. Les dirás a tus padres que empaquen sus cosas y vayan con ellos.

— ¿Estoy en problemas?

—No. En algunas horas me reuniré con ustedes para charlar. Este video me va a ayudar a encontrar al hombre que secuestró a mi prometida.

—No sé su nombre, señor.

—Christos Zabat

—Señor, claro que sé quién es usted. Lamento haberle hablado con tanta familiaridad.

—Te debo mucho, ese video es lo que necesito. ¿Puedo dejarme tu teléfono? Prometo recompensarte bien.

—Descuide señor, el teléfono no importa. La vida de su prometida sí.

—Dime tu nombre

—Alejandro, señor.

Un segundo auto se detuvo junto a ellos, Christos charló con el chofer para explicarle lo que debían hacer.

—Le dirás a sus padres que son los protegidos de Christos Zabat, no te irás de esa casa sin ellos. Llamarás al médico para que se traslade a atender a la niña pequeña.

— ¿A dónde los llevo?

—A casa. Hay una de las casas de empleados que acabó de construirse y ellos la ocuparán. Les dirás que espero me hagan el honor de acompañarte, les dirás que les ofreceré empleo y vivienda debido a que su hijo me dio ayuda en un momento crítico.

—Así será, señor.

Las horas avanzaban y no podía dejarse vencer por la desesperación. Sebastián venía en camino para ayudar. Sus hombres visitaban las agencias de bienes raíces y buscaban compradores que no fuesen de la ciudad y a su vez visitaban las casas. Pero era como buscar una aguja en un pajar.

Nana estaba con una crisis de nervios, para ella Claudia era una nieta y aunque no estaban con necesidad de medicarla, estaba siendo monitoreada. Christos no estaba en casa sino en su oficina porque aunque amaba a su familia necesitaba estar enfocado en encontrar a Claudia.

Le informaron que la familia del joven Alejandro ya estaba en la casa y que el médico atendía a la pequeña Sofía. Diez horas después, Christos esperaba por Sebastián en el Aeropuerto Internacional Eleftherios Venizelos, en Atenas. De ahí viajarian unos minutos hasta su oficina.

—Bienvenido.

—Ojalá fuese en circunstancias distintas. ¿Has dejado mi nombre en aduanas verdad?

—Correcto.

—No revisaron mis cajas con el equipo. ¿Hacia dónde iremos?

—Tanto mi casa como oficina se encuentran en Kifisiá.

— ¡Vaya los municipios del norte! Vives en la zona más exclusiva aunque no podía ser de otra forma.

—Apresurémonos, que cuando veas el video de tu hermana en el suelo y siendo pateada por Dominic entenderás lo necesario de apresurar su búsqueda.

—No hablas en serio.

—Mortalmente serio. Dominic ha perdido la cabeza y la vida de tu hermana corre peligro. Tenemos que encontrarlo en una ciudad con un área que tiene más de 400 km cuadrados.

En poco menos de una hora la sala de juntas de su oficina se había convertido en un centro de mando.

—Creo saber el empleo que voy a ofrecerte.

—Después de esto, de salvarla quiero decir, pienso quedarme aquí. Si Dominic escapa querrá mi cabeza y aunque tengo dinero mis contactos son nulos. Siempre fui su amigo y empleado, no tengo poder real.

—El empleo incluye residencia y un jugoso salario.

—Tengo mi fortuna así que cualquiera que sea el sueldo lo aceptaré, es más la parte de tener casa. Acá los precios son bastante elevados. Bien, tengo todo listo, solo necesito ultimar algunos detalles y empezaremos.

Dominic caminaba de un lado al otro. Claudia estaba en la habitación aún inconsciente. Había hecho un torniquete para detener el sangrado pero necesitaría insumos médicos que no tenía.

Herirla nunca había sido parte del plan y con Christos buscándolo por todas partes salir no era seguro. Fue a revisarla y la observó moviéndose, así que le sirvió sopa de lata y la llevó para hacerla comer.

—Gatita, te traje de comer.

Nada, Claudia solo lloraba sin hablarle.

—Perdí los estribos pero sabes que nunca te lastimaría.

Silencio.

—Ya verás, lavaré tu herida, la vendaré de nuevo y entonces podremos hablar de nuestro futuro.

Silencio.

Le acercó la cuchara pero no quiso comer, así que le abrió la boca y le dio a la fuerza, pero empezó a toser.

—No puedes morirte de hambre, gatita. Voy a bañarte y maquillarte. Quedarás hermosa.

La levantó en brazos y la sentó en un banco que había puesto bajo la ducha. La lavó por completo, por suerte el sangrado parecía haberse detenido. Revisó los pies y no estaban con tono purpura, el torniquete no estaba demasiado ajustado.

La hizo sentarse y le cepilló el cabello. Pero Claudia se mantenía en silencio. La dejó en la cama, puso la sopa al lado y salió. Cuarenta minutos después al regresar la sopa seguía igual.

—Pues morirás de hambre, no pienso consentirte, esto no es un hotel.

—Tu problema es que no me amas. No importa cuánto me fuerces a estar contigo seguirás sintiéndote solo. Porque no te amas a ti mismo Dominic. Te atas a la gente.

Dominic se quedó quieto, casi no parecía respirar. Se acercó a la cama dispuesto a seguir hablando. Amaba su voz, su gatita era la misma, podrían irse de Grecia y vivir su vida.

—Gatita, tú me das alegría. He descubierto que sin ti, mi vida no es nada.

Ante el silencio de Claudia se encontró conteniendo el aliento de nuevo. No le importaba lo que decía solo que hablaba.

—Ni tu familia ni yo fuimos suficiente. Seguías siendo el mismo, necesitando tenernos bajo control. Nunca te amé….perdón, te amé pero no era un amor sano. Muchas veces me dije que debía dejarte pero dependía tanto de ti… me hiciste sentir amada y ese sentimiento no abundaba en mi vida.

—Te amo…

—Me necesitas qué es distinto. Lo que sucedió fue aberrante. Me dejaste sentirme una asesina durante todo un año. Pero lo peor fue que tus padres se alejaron de mí, mi hermano se alejó de mí…

—Ellos odiaron ese plan, si te veían acabarían confesando todo.

—Pero lo que sentí fue que me despreciaban por haberte matado. Tres veces estuve a punto de arrojarme frente a los autos pero seguía pensando en Sebastián. No importaba si iba a la playa o a una montaña, sentía en mi mente miles de voces que me decían que era una asesina.

Cuando me miraba en la calle gente que no me conocía lo único que pensaba es que sabían que era una asesina, que me juzgaban. Arruinaste mi vida y cuando encontré quien me diera amor, una familia que me quiere viniste a arruinarlo. Nunca me tendrás de nuevo.

—Entonces moriremos juntos. En unos días dejaremos este lugar y quieras o no serás mía de nuevo

Dominic había tratado de ir a la farmacia pero había hombres de Zabat mostrando fotos suyas y de Claudia. Era demasiado riesgoso, pero si seguía así Claudia podía morir. Podía dejarla en algún lugar y luego volver por ella. Mantenerse en la ciudad y esperar a que estuviera sana.

Una parte de él era consciente de que aquello estaba mal, pero su sangre la llamaba, la química entre ambos había sido innegable, podría recuperarla, no era tarde. Pero necesitaba que comiera y recuperara fuerzas.

—Claudia, mi gatita. Vamos a tratar de irnos para que Zabat deje de lavarte el cerebro. Tus perros lloran cada noche, te extrañan. Tendremos niños y les contaremos todo esto y reiremos. Nos haremos viejos y nuestros nietos…

— ¿Cómo es  que puedes hablarme como si esto fuera una aventura?

—Lamento que de verdad me odies tanto. Mis padres quieren verte.

—El sentimiento no es mutuo.

Una llamada al móvil de Dominic cortó toda conversación. Necesitaba llevarse a Claudia de Grecia cuanto antes.

—Es tu hermano.

—No me importa.

Dominic salió del cuarto, necesitaba a su amigo.

—Dom, Zabat me llama día y noche. Dime donde la tienes para poder movilizar a algunos amigos, pueden sacarlos de la ciudad fácilmente.

—Eso estaría bien, pero no creo que pueda ser. Claudia no está muy bien.

—Te excediste al golpearla.

— ¿Cómo lo sabes?

—Zabat lo sabe y por ende me lo ha dicho. Tenías una oportunidad de irte fácil. Ten por seguro que las cosas no van a ser así.

—Si se acerca la mato. Dile eso a ver si aún le quedan ganas de seguirme tocando las pelotas.

Dominic colgó con furia. Las cosas estaban empezando a  empeorar y al ir con Claudia encontró que no estaba despierta. Deliraba por la fiebre y no era a él a quien llamaba.

En la oficina de Zabat todo iba bien,

—Lo tenemos. ¿Reconoces este lugar? —Dijo mostrándole el mapa—

—Si, a veinte minutos de aquí. Vamos

Mientras el chofer les llevaba, siendo escoltados por la policía quien les abría paso, Christos apagó su teléfono. No necesitaba distracciones. Las patrullas iban sin hacer ruido para no alertarlo. Trataba de mantenerse positivo pero era difícil.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados