Regresamos a la cabaña. Isabel y Hazel estaban sobre la mesa intentando ordenar un puzle de 200 piezas, una de las cosas que compramos en la tienda, Alex se quitó el abrigo y lo colgó en el lugar destinado para ello.
—¡Papá! —exclamó Hazel cuando vio a su padre, se puso en pie y corrió a su encuentro.
Con un poco de esfuerzo, Alex lo alzó entre sus brazos.
—Hola campeón, no te he visto esta mañana.
—Estaba jugando. —hasta ahora no se atrevía a hablarle del conejo
—Bien ¿y qué hacéis ahora? — preguntó observando la mesa.
—Intentar r