Capítulo cuarenta y cinco

Cogí un taxi y me dirigí a la dirección que me envió Iván. Cuando llegué me bajé del auto. Me quedé de pie en frente del edificio y volví a releer el mensaje por si faltaba algo, el lugar no era exactamente lo que le había pedido, era nada menos que un bar y eso no era mi estilo.

Me armé de valor y me acerqué, no había llegado la hora punta cuando se levantaban los demonios, solo era mediodía y seguramente no habría tanta gente dentro.

Abrí la puerta y entré. Afortunadamente era como me imaginé, poca gente, pero aun así me incomodaba, era todo informal y mucho ruido, miré alrededor buscando aquel rostro familiar, no lo veía ¿en serio estaba llegando tarde? Lo iba a matar si lo encontraba, primero por hacerme e

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