51. Puede que sienta el peligro que corremos

En ese mismo instante el coche llegó por ellos y obligó a George a salir de sus cavilaciones. Abrazó a su esposa y dejó un suave beso en sus labios.

— Seguro que si, pero es extraño parecía más tranquilo y había aceptado muy bien a Ian — respondió George a su esposa tomándola de la mano y caminando con ella hasta el coche donde el chofer ya les abría la puerta trasera para que entraran.

Espero a que ella entrara primero y luego él se sentó a su lado para atraerla contra su cuerpo, la simple calidez de su presencia le hacía sentirse más tranquilo, era como un bálsamo para él.

El viaje se dio completamente en silencio,él prefería estar en silencio cuando no se sentía bien, tal vez por la forma en que había sido educado en la que un hombre siempre tenía que ser fuerte y jamás derrumbarse, tal vez no quería que su esposa lo viera débil o simplemente desmoronarse.

Cuando llegaron al aeropuerto el coche los llevó directamente hasta la pista de aterrizaje donde el avión ya estaba a punto y
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