Capítulo 350
Sí, era cierto que un resfriado no la mataría. Sin embargo, si la criada no hubiera descubierto la fiebre de cuarenta grados, él no habría llamado al médico para que la viera.

Desde entonces, Luna comenzó a tener dolores de cabeza, lo que la llevó a tomar una serie de medicamentos diarios. Sin embargo, cada vez era más consciente de los efectos secundarios asociados con estas sustancias y su cuerpo se debilitaba cada vez más.

Pero, la preocupación de Gabriel la hizo sentir que, ella no estaba sola en su lucha. A su lado, también había alguien que se preocupaba sinceramente por su bienestar.

Al día siguiente, despertó tarde. Pensó en su interior que, si seguía perdiendo clases, la profesora Julieta probablemente desearía hablar con ella. No podía permitirse llegar tarde mañana.

—Señorita Luna, ¿el joven no bajó contigo? —preguntó Adolfo.

Luna estaba tomando las medicinas con un té de miel, convirtiendo su amargura en dulzura.

—¿Todavía no se ha levantado?

—No lo he visto por aquí.

—Iré
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