Los rayos del sol despertaron a Elena del sueño en que estaba. Abrió sus ojos desorientada pues la luz a través de la ventana estaba en el lado contrario de la habitación.
¡Dónde rayos estaba! fueron sus pensamientos ante que una mano le aprisionara la cintura y la pegara a un cuerpo musculoso.
Sabía quien estaba acostada a su lado. Lo que no recordaba era estar desnuda. Sin embargo esa mano que estaba debajo de sus senos tocaba solo piel y nada más. Breves pedazos de la noche anterior pasaron por su mente. No tenían conexión alguna pero, la hicieron sonrojar.
Recuerdos de unas manos, una corbata y de lo atrevida que había sido hicieron que se levantara de golpe. Cuando le quitó la sábana a Felipe para tapar su desnudez y marcharse a su habitación con algo de dignidad, se quedó estática. Su marido también estaba como Dios lo había traído al mundo. Y medio empalmado también.
“Es que eso hasta cuando el cuerpo estaba en semejante estado de inconsciencia estaba listo para la batall