—Te entiendo, amor. Sé que quieres divertirte, pero también debes pensar en nuestro hijo, que te necesita y necesita toda la energía que puedas darle. Entonces, ¿por qué no duermes un poco? Mañana es otro día, y tendrás todo el día para disfrutar con mi familia. Relájate, mi vida. Mamá me dijo abajo que no se quedará todo el fin de semana. Como ella y papá están jubilados, puede quedarse el tiempo que quiera aquí en casa. Entonces, me preguntó si podía pasar esta semana con nosotros. Le dije que hasta dos, si quiere. ¿Estás de acuerdo? —dice, acariciando el rostro de Liz.
—¡Qué maravilla, amor! Será genial que doña Frida se quede aquí esta semana. Yo misma amaré tenerla cerca. Así me sentiré más tranquila, porque sé que tendré mucho tiempo para disfrutar de su compañía aquí. Está bien, amor, sé que quieres bajar a conversar con tu cuñado y disfrutar también de la compañía de tu hermana. Ve, yo me quedaré aquí, y creo que en un rato podré dormir —dice Liz con una sonrisa en el rostro,