¿Comiste de más o qué?
Pedro sacudió la cabeza y, tras asearse, abrió la puerta principal como de costumbre.
Al sonido de un chirrido, la puerta se abrió y una figura ensangrentada se derrumbó en el interior de la casa.
La figura vestía una túnica blanca manchada de sangre y llevaba una espada rota en la espalda, parecía haber estado inconsciente durante un buen rato.
Pedro miró y descubrió, para su sorpresa, que la persona en la túnica blanca era nada más y nada menos que Adolfo.
—¿Acaso no lo herí anoche?
Pedro se tocó la barbilla.
"Aunque sea el sexto en la Lista del Infierno y no sea un gran experto, en esta pequeña ciudad de Rulia sigue siendo un tipo duro. ¿Cómo pudo haber terminado tan malherido?"
—Tienes suerte, chico.
Pedro murmuró y llevó directamente a Adolfo a la clínica Bueno y Feliz.
Si el hombre estaba tendido en la entrada de la clínica Bueno y Feliz, no podía dejarlo morir.
Aunque Adolfo tenía muchas heridas externas, no eran graves; un simple vendaje ser