Punto de vista de Serena

La mañana de la audiencia judicial llegó, y desperté sintiéndome ansiosa. Apenas pude desayunar, tenía el estómago revuelto por los nervios.

Bill pasó a recogerme temprano, y condujimos hasta el juzgado en silencio.

Aparcamos y entramos, pasando por seguridad y dirigiéndonos a la sala asignada. Los pasillos bullían de gente, y la atmósfera era tensa.

Mientras estaba sentada en la sala, escuché el murmullo de conversaciones susurradas llenar el aire, pero solo podía concentrarme en el testimonio que estaba por venir. Bill se sentó a mi lado, con su mano descansando sobre la mía en una muestra de apoyo silencioso.

El abogado de Doris, el Sr. Hurtado, era un hombre alto con facciones afiladas y un comportamiento agresivo. Se puso de pie y llamó mi nombre.

—Serena Nixon, por favor, pase al estrado.

Me levanté, sintiendo las piernas inestables mientras caminaba hacia el estrado de los testigos. Podía sentir el peso de todas las miradas sobre mí. Después de prestar j