Durante los dos meses siguientes, Claire se dedicó a visitar constantemente a lady Serena, forjando una entrañable amistad. Charles no había tomado aún una decisión respecto a la solicitud del duque de Lancaster y su madre comenzó a acompañarla a todas partes. No obstante, continuó saliendo por las noches para reunirse con él en su residencia, donde pasaban un rato agradable hasta que llegaba la hora de partir.
Faltaba una semana para el baile de máscaras que ofrecería el conde de Rutland, y Claire, con ayuda de Henrietta, convenció a Serena para asistir a la fiesta. Sabía que por el impedimento en su pierna la joven no había querido debutar, perdiéndose la oportunidad de disfrutar lo que cualquier muchacha de su edad vivía. Sin embargo, siempre se mostraba alegre, y ella la admiraba cada día más, al punto de que quiso abrirle los ojos a Charles en relación al sentimiento mutuo que ambos sentían pero que aún no se confesaban.
El vestido confeccionado por madame Maxim le quedaba estupe