Capítulo 25; Camas separadas.
Savannah miraba a su alrededor admirando todo a su paso mientras el auto se deslizaba por la entrada de gravilla. La imponente mansión que se alzaba ante ella era un espectáculo impresionante; sus grandes ventanales reflejaban el sol, y los jardines perfectamente cuidados parecían sacados de un cuento de hadas. Cada detalle de la casa emanaba lujo y sofisticación, algo que la dejaba sin palabras, nunca se imaginó que Max pudiese tener una vivienda así, aunque debió imaginarlo cuando él le dijo que era un importante heredero.
—Es muy hermosa, Max —murmuró, girándose hacia él, esperando captar alguna señal de orgullo en su rostro. Pero él permaneció en silencio, con una expresión distante que la desconcertó.
Quizás esté cansado por el viaje, pensó, tratando de calmar su curiosidad.
Al entrar, fueron recibidos por Susana, una de las empleadas de la casa. La mujer, con una sonrisa amable, se acercó a ellos.
—Bienvenido a casa, señor, es bueno verlo después de tanto tiempo.
—Gracias Susana