CAPÍTULO 29

—¿Qué estás viendo? —preguntó Renato Cortés, tras haber sentido cómo su amada novia se sentaba en la cama, revisando su celular con mucho interés.

—Nada —respondió Olga, bloqueando el teléfono con prisa y dejándolo sobre el buró antes de volver a recostarse en la cama, que compartía con ese sujeto con el que vivía—. Mi hermana me envió una tontería.

—¿Estabas hablando con tu hermana? —cuestionó Renato, que la había visto salir de la cama y habitación en cuanto su teléfono sonó, y Olga respondió afirmativamente con un sonido gutural—. ¿De qué hablaban?

—De nada, Renato —aseguró la joven, cubriéndose con la colcha para que el otro interpretara que lo que ella quería era dormirse ya.

—¿Cómo nada? Dijiste algo de un hombre que ella se quería quedar, ¿no? Un tal Emiliano, ¿era así? —cuestionó el hombre y Olga hizo una mueca que su novio no podía ver.

—Son cosas de mi hermana, no de tu incumbencia, así que mejor duérmete, Renato —pidió la azabache, fingiendo que tenía sueño.

Y es que, de lo
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