CAPÍTULO 25

—¿No están tú y tu madre siendo demasiado crueles conmigo? —preguntó una azabache envuelta en llanto—. Sí, soy consciente de que piensan que cometí un error, pero no lo hice... Yo no quiero hacerle ningún mal a esa mujer, solo quiero que mi sobrina esté bien, y eso no es algo tan abominable como para que me saquen de la vida de mi sobrina... Ella es mi sobrina... Es la única hija de mi difunta hermana... Ustedes no pueden quitármela... No pueden alejarme de ella por causa de esa mujer.

—Esa mujer, como tú le llamas, no es causa de nada —respondió Maximiliano que, por alguna extraña razón, no lograba sentir simpatía con las lágrimas de esa mujer frente a él—... Fueron nuestras vacaciones familiares. Sí, eres la tía de Mía, pero nada más.

—¿Y ella qué es? —cuestionó Julissa, rabiosa más que furiosa—. No es tu hermana, no es hija de tu madre, por supuesto no es la tía de mi sobrina, mucho menos su madre... ¿Qué la convierte en su familia, entonces?

—Que soy la novia de Maximiliano —de
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