Capítulo veinticuatro: Hermana ebria
La multitud aplaude para animar a las chicas en el escenario. Desde nuestra mesa, nosotros hacemos exactamente lo mismo. Debe ser el exceso de copas, porque se escucha horrible y sin embargo, la gente no deja de gritar por más. Clinton y yo somo los únicos que hacemos una mueca lastimera de vez en cuando, lo que reafirma mi pensamiento; puesto que somos los únicos sobrios del grupo. Él es el conductor designado mientras que a mí no me apetece.Megan y Crystal terminan de “cantar” I’m a Slave 4 U de Britney Spears y el bar completo se pone en pie en medio de aullidos. No quiero pensar que el entusiasmo se debe al baile sexi que hicieron en vez de la interpretación.— Ahora le toca a nuestro dúo favorito —añade mi mejor amiga con un ronquido extraño. Se ha quedado literalmente sin voz—. Vamos, chicos; sanad un poco nuestros dañados oídos.— Sííííííí —aplaude mi hermana—. Pero no cantéis las cursilerías esas que acostumbráis a c