«Los celos son una mezcla explosiva de amor, odio, avaricia y orgullo.»
JOAQUÍN
Un zumbido hace que me despierte de mi placentero sueño. Apenas ha aclarado la mañana; ¿a quién se le ocurre llamar tan temprano? Abro los ojos y lo primero que veo son unas mechas doradas. Huele delicioso. Está durmiendo de espaldas a mí y tengo mi brazo rodeando su cintura. Cuando levanto la cabeza, veo su prótesis colocada en el suelo, al lado de la cama. A estas alturas sigo sin verla con ella puesta, no quiero traicionar su confianza.
El sonido altamente irritante vuelve a sonar, y con todo el cuidado que puedo salgo de la cama sin despertar a Mía. No es mi teléfono el que suena, así que debe ser el de ella. Busco su mochila y no lo encuentro. ¡Coño! ¿Por qué las mujeres tienen tantos parapetos en el bolso? El maldito celular no deja de vibrar. Abro un bolsillo dentro de la mochila y palpo algo cuadrado; al sacarlo, veo que no es el teléfono. Es una caja de terciopelo. «¡Mía me compró un regalo!», es