Capítulo 11
Santiago
Dormí con mi hija nuevamente y me percaté que cuando estaba con Julieta, todo mi enojo abandonaba mi cuerpo y cambiaba por una felicidad inexplicable. Mi bebé me hizo esa noche por primera vez unos ojitos de amor y con ese gesto de ternura cerré los ojos y me acurruqué con ella para dormir, era tan tierna y dulce.
–Señor Santiago, vengo a traerle algo.
Gloria me llamaba y me levanté de la cama para cubrirme con la bata y poder abrirle la puerta.
–Buenos días, Gloria.
–Buenos días, señor Santiago, le vengo a traer el biberón para Julieta. Lo manda la señora Helena, ella no lo quiso despertar y ha salido a correr.
–Muchas gracias, Gloria. Yo se lo doy a mi hija.
–Sí, necesita ayuda, estaré en la cocina preparando el desayuno.
Mi pequeña pareciera que entendía todo lo que hablé con Gloria, se empezó a mover tiernamente y a agitar sus manitas para tomar su biberón. La cargué en mis brazos y la abracé para darle yo mismo su biberón, cada día que pasaba iba aprendiendo