— Amor, mañana si o si te acompaño
— Claro guapo,
Esteban la observaba desde el sillón con una sonrisa y el brazo doblado de tal manera que parecía un niño contemplando un gran tesoro mientras ella cocinaba algo y tenía puesto un delantal
— Sabes que no me cansaría de verte así a mi lado todos los días
— ¿Así cómo?
— Así en mi casa, en mi cocina. Con una sonrisa— se paró el la abrazo por la cintura y ella rodeo con sus brazos su cuello— verte así a mi lado todos los días de mi vida sería el hombre más afortunado
Mariam no pudo evitar cerrar los ojos y respirar profundo
— Esteban ya hemos hablado de eso
— Lo sé preciosa pero no puedo evitar decírtelo todos los días de mi vida si es necesario, me hubiera gustado conoce