UNA CHICA CON MALA SUERTE
UNA CHICA CON MALA SUERTE
Por: Mary Ere
INTRODUCCIÓN

Su vida, definitivamente no iba caminando por donde le hubiera gustado, y todos sus sueños y anhelos, que a lo largo de la vida habían quedado frustrados, los seguía arrastrando consigo porque el dolor la había hecho más fuerte, según sus seres queridos, aunque, en el fondo, ella estaba segura de que todo era por no haber superado sus rencores.

Tenía desventuras para contar cada noche por al menos un par de meses y, a como veía la vida, podría llenar un calendario anual de todos sus malos ratos.

Estaba segura de que tenía mala suerte, que había nacido bajo la peor estrella, si es que le había tocado alguna, pero su madre decía que no debía de quejarse, que seguramente muchas jóvenes querrían tener su “mala suerte”, que, definitivamente, su madre no pensaba era mala, se le notaba en la cara.

“Tú atraes tu mala suerte”, había escuchado eso también, pero no le cabía en la cabeza semejante idea; es decir, lo único que ella deseaba era que las cosas fueran bien y tener un poco de felicidad, si se podía, entonces, no había forma de que ella hiciera que las cosas le salieran mal.

Es decir, se había esforzado demasiado en acreditar los exámenes que iba a realizar, y los había pasado con buenas notas todos y cada uno de ellos, pero entonces quedaba afuera por una nimiedad. ¿Eso no era mala suerte?

También era responsable, precavida y muy organizada, pero, de la nada, los imprevistos salían, cada vez había uno que arruinara algo, ¿acaso eso no era mala suerte?

Y ya ni hablar de sus hobbies, que no daban para mucho… Tenía talento, lo creía ella y lo había escuchado y leído de muchas personas, pero nunca era suficiente para destacar, ¿acaso no podría decirse que le faltaba suerte?

Sí, tenía una carrera, una que no había soñado jamás, y sí, tenía un empleo, pero no era el que ella anhelaba tener, y sí, tenía amor, pero ni siquiera eso era suficiente.

Tenía mala suerte, de eso estaba segura, pues lo vivía día con día y, si como dice el refrán, para demostrar la peor de las suertes solo hace falta que los orine un perro, ella definitivamente tenía mala suerte, pues ni eso le faltaba.

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