La culpable soy yo

Aurora no durmió en toda la noche, luego de aquella conversación con sus hermanos y cuñadas, Emilio no salía de su mente, es como si escuchara su voz haciendo eco, como si le dijera lo mucho que la ama. Eso la hacía llorar sin cesar.

Sin muchos ánimos y con resaca por haber bebido sin límites, continúa tomando las fotografías. Cuando de repente, algo llama mucho su atención, una señora de edad llorando.

No pudo evitar preguntarle, así que se acerca por si ella puede ayudarle. —disculpe ser entrometida ¿Puedo ayudarle?— pregunta gentilmente, cuando aparece una chica muy pero muy hermosa de piel morena

—doña Eliza, el taxi ya llego— era notable que la chica también había llorando

—gracias mijita— dice la señora a la joven de piel morena —y tú, querida, gracias por acercarte, estoy con mi alma rota porque mi hijo amaneció muerto en las orillas del mar, aún no se sabe que le pasó, no tiene heridas, fuertes golpes, nada— solloza provocando en Aurora escalofríos y sus ojos se tornan llor
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