LOS VIENTOS JUGARON POR SU CABELLO Y HOJAS COSECHADAS POR EL AIRE. Todavía estaba temblando mientras se sentaba en el asiento y apoyaba las manos en el volante. Afortunadamente, el temblor no fue un impedimento para cumplir con el plan y salir del hospital. Ahora, ese día había ganado más significado: era el día de su renacimiento.
Cinco enfermeras y una docena de guardias de seguridad aparecieron mientras el hombre se preparaba para apuñalarlo en la cabeza. Contuvieron al paciente y le pusieron una inyección. Mientras se dormía, su atención permanecía en la mujer. Cuando las ventanas estaban a punto de cerrarse, sus labios se movieron para formar una frase:
"Quedate lejos de mí".
Con consejo o sin él, ya había decidido alejarse de allí: esa carga ya no era de ella. Esa responsabilidad finalmente terminó.
Rita estaba libre.
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