UN TIPO CON SUERTE
UN TIPO CON SUERTE
Por: Anónima Exótica
💥PRÓLOGO💥

Dos Almas Diferentes

Narrado por Reyzel

Madrid es una hermosa ciudad llena de museos e historia, un lugar perfecto para vivir, uno que cada calle que visitabas te contaba lo que había pasado por ella en los años anteriores, es el lugar donde junto a mi madre vivo, ella trabaja limpiando las casa de las familias ricas y yo la ayudo en algunas de ellas.

Mi madre siempre se ha esforzado para que en casa haya siempre comida y un techo donde dormir, siempre hemos sido ella y yo contra el mundo.

Una de las razones en la que ayudo a mi madre es porque en una de esas casa vive una joven guapa, una chica que cada vez que la veo me deja sin aliento, su nombre es Keira, parece de una diosa, se que para ser un chico de diecinueve años soy muy soñador, pero no puedo evitarlo, dicen que los sueños se pueden hacer realidad y tengo muchos de ellos, como el convertirme en un gran empresario, así ganaría mucho dinero y mi madre vivira como una reina que es.

Aunque ahora lo que estoy es nervioso, tome dinero de mis ahorros e invite a Kiara a una cita, la cual será hoy, si, ella aceptó, es que aunque su familia tiene dinero ella es una buena chica.

Me visto con la ropa mas bonita que tengo en el closet, una camisa azul clara que mi madre me compró para navidad, unos jeans negros, con unos zapatos que tuve cuidado que no se vieran que los tuve que pegar, me paso las manos por mi pelo negro y me encamino hacia su casa.

—Saludos — digo cuando abren la puerta.

— Si eres un vendedor, no nos interesa — dice la señora casi cerrando la puerta en mi cara, la mujer me mira como si fuera una basura.

— Estoy buscando a Keira, señora — trato de ser fuerte, pero mi tono de voz sonó nervioso, qué vergüenza.

— Umm — me mira de arriba abajo — ¡Keira, te buscan! 

Ella llega corriendo a la puerta y se detiene sonrojándose, se ve tan tierna así.

— Hola, Reyzel — me saluda — ¿Nos vamos?

— Si, claro — digo, aunque estoy embelesado con su belleza.

Ella lleva puesto un vestido veraniego blanco, unas zapatillas cruzadas en las piernas con tacón bajo, con su hermoso pelo rubio rizado suelto, que lo lleva majestuosamente hasta la cintura, sus ojos del color del oro me hipnotizan, la hacen una joven muy atractiva,que tiene mi corazón cautivado.

La llevé a un paseo por el parque El Retiro que es un remanso verde en el centro de Madrid. Andamos por el jardín de Vivaces, los jardines de Cecilio Rodríguez con aires andaluces, los jardines del Arquitecto Herrero Palacios, la Rosaleda donde vimos la colección de rosas y el Parterre Francés con el ahuehuete, el árbol más antiguo de Madrid, del que se dice que podría tener alrededor de 400 años.

Comimos helado, frutilla y nos sentamos en un pequeño lugar a descansar.

— No quiero que esta cita se termine — dice ella y mi corazón suspira.

— Yo tampoco.

— Es que… pronto me iré a la universidad y nos veremos muy poco — dijo la joven con tristeza.

— Yo estaré aqui esperandote cada vez que vuelvas — dije sincero.

— ¿De verdad? 

— Si… — me acerco a ella, tomo su cara con mis manos y la beso.

Uno tan significativo, suave y lleno de o amor, el cual nunca podría olvidar.

El resto de la cita la pasamos agarrados de la mano, mientras yo le daba cariños y más besos.

Llego a casa en una nube, le cuento a mi madre como la pase, ella se muestra feliz, pero tambien se que esta preocupada, ya que las personas adineradas no se enredan con los pobre, pero yo se que Keira es diferente.

Dos días han pasado y hoy me toca ir con mi mama a ayudarle a limpiar la casa de la chica que me gusta, estoy muy emocionado.

Decidí ayudar a mi madre en todos los trabajos que tiene por dos razones, la primera que nos pagan más y la otra es que desde unos días ella se ve muy cansada, y hasta pálida, le pedí que fuera al medico y me prometió que irá mañana, que es su dia libre.

Llego contento, quería ver a mi chica, volver a besarla, pasar aunque sean unos minutos con ella.

La encontré en el jardín, sentada en la hierba arriba de una manta, perdida en sus pensamientos, la luz que le da la hace ver más hermosa, parece un ángel. 

— Hola hermosa — me acerco por detrás y le doy un beso en su mejilla, estaba loco por hacerlo.

— ¡Ah! — ella grita y yo me asusto — ¿Por qué me besas?

— Perdón, no quise asustarte así — me avergüenzo y me alejo para no incomodarla más.

— No vuelvas a besarme, ¡Puaj! — se limpia la mejilla con asco.

— ¿Qué sucede Keira? —  pregunto mirándola confundido.

— Sucede que no quiero que vuelvas acercarte más a mí.

— Pero, creí…

— No quiero saber que creíste — me interrumpe callándome con un gesto de la mano que nunca le había visto — Me di cuenta de que no eres una persona… — ella me mira con repulsión y mi corazón se rompe — digna de que YO — dice el “yo” con más fuerza en su voz — esté a su lado, no eres el tipo de chico que quiero, así que te puedes ir — no sabía qué hacer ni que decir, creía que a ella no le importaba sus diferencias sociales, que sentía lo mismo que yo — y dile a tu madre que hoy es el último día en el que vendrá a trabajar a mi casa.

Me dice todo eso y me deja parado en el jardín muy confundido, la creí diferente, pero me equivoque, ella jugó conmigo.

Voy inmediatamente hasta mi madre y le cuento todo lo que ella me dijo para que nos vayamos, lo hacemos de una vez.

Llevo días que parezco un zombie, lo sé, pero el dolor en mi pecho no cesa, no se va, no dejan de repetirse sus palabras en mi cabeza, se que mi madre está preocupada, he incluso busque un trabajo en un supermercado para que ella no se preocupara, ya que en ese lugar le pagaban mejor que en todos, ella se fue conmigo sin preguntar más nada y yo debo retribuirlo.

Un día llego muy cansado a casa, pero cuando entro encuentro a mi madre tirada en el piso, voy hacia ella, la reviso, y la muevo tratando de despertarla, se sentía muy fría y yo tenía miedo, así que llamé a la ambulancia, llegaron en pocos minutos, cuando la atendieron me dijeron que estaba muerta, que le había dado un paro del corazón.

Yo no podía creerlo, mi madre muerta, la única persona que tenía en el mundo, estaba solo.

Luego me enteré de que ella necesitaba una cirugía urgentemente del corazón, la cual costaba mucho dinero del cual no teníamos, pero no me dijo nada, yo habría hecho algo, lo que sea porque se salvara, hasta darle mi propio corazón.

Me sentía perdido debido a que no sabía que haría sin mi madre.

Pasaron dos meses donde la soledad era la única que me acompañaba, trabajaba en lo que sea en el día y en las noches lloraba como un niño por la pérdida de mi progenitora, que junto a como Keira rompió mi corazón, el dolor era muy grande.

Una noche tocaron mi puerta.

— ¿Eres Reyzel Durand? Hijo de Marcela Durand — me preguntó un señor trajeado parado en mi puerta.

— Si, señor — contesto intrigado.

— Vengo en representación de su padre, el señor…

— Espere — lo interrumpo — yo no conozco a mi padre, no tengo uno.

— Tengo conocimiento de eso — mira la puerta — ¿me puede dejar pasar?, lo que tengo que decirle, no es bueno que sus vecinos se enteren.

— Si, señor, pase.

— Deja de decirme señor, me presento, soy Gael Morteni, abogado.

— Mucho gusto, señor Morten, tome asiento — le señalo el viejo sillón – le ofrecería algo, pero no tengo nada que darle.

— Está bien, no te preocupes por eso — se acomoda y saca unos papeles de su maletín — su padre, el señor Reymel Carrasco, hace un año se enteró de su existencia, ya que él y su madre solo habían tenido un encuentro de una noche y esta nunca le dijo sobre su embarazo — asiento entendiendo, mi madre me lo contó — pues el señor, lamentablemente murió el mes pasado en un terrible accidente cuando venía a conocerlo y este le dejó toda su fortuna.

— ¿Cómo? — digo sorprendido.

— Su padre era un inversionista y como no se casó ni tuvo más hijos que usted, también cómo no estuvo a su lado, le dejó todo lo que poseía.

— Y si sabía de mí desde hace un año, ¿Por qué duró tanto para venir a conocerme?

— Él estuvo unos meses enfermo y en el momento que se mejoró salió a verlo, pero lamentablemente un camión perdió los frenos y ya sabe.

Comprendo todo y decido que la aceptaré, se que si hubiera sido antes mi madre se hubiera salvado, pero por ella trazaré un mejor futuro para mi con ese dinero, me convertiré en un gran empresario y nadie, jamás, me va a humillar.

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