CAPÍTULO 24

STEVEN

Alan y yo bajamos las escaleras lentamente, un paso a la vez, como si nos costara esfuerzo salir de este lugar.

La última respuesta de Olivia me dejó con un sabor amargo en la boca, porque si bien es cierto que principalmente entablo relaciones amistosas con las mujeres con las que me acuesto, también es cierto que no ha sido así desde que la conocí, aparte del poco excitante interludio romano.

Me pinta como un dios del sexo, cuando me gustaría interactuar con ella como el último romántico.

Esta noche iba a llevarla a cenar a un pequeño y romántico restaurante junto al muelle, y luego íbamos a dar un paseo por la playa y la iba a besar junto al mar, en la orilla, con las olas golpeando nuestros pies.

Mi velada romántica por una vez no terminaría en casa, en mi cama, sino que la llevaría a su casa, besándola como un chico de instituto, delante de la puerta.

¿Me he vuelto loco? Sí, y no tengo el valor de confesarlo ni siquiera a mi mejor amigo... ¡Pero al parecer prefiere a Rober
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