No lucho más. Todo el peso que he estado cargando se disuelve en el viento frío de la noche. Me doy vuelta, y allí está ella, tan serena, tan hermosa. Dios... nunca he visto algo tan lindo en mi vida. La luz de la luna cae suavemente sobre su rostro, resaltando cada línea perfecta, cada curva de su piel pálida, como si el universo entero hubiera decidido que solo ella debería brillar esta noche.
Mi corazón late tan fuerte que siento como si estuviera a punto de romperme por dentro. Cada respiración es un esfuerzo, porque estar tan cerca de ella, mirarla de esta manera, me llena de una sensación que apenas puedo soportar. No debería estar sintiendo esto, no con tanta intensidad. Pero aquí estoy, incapaz de apartar la vista, incapaz de controlarme.
Isabella me mira con esos ojos profundos, tranquilos, pero tan llenos de algo que no puedo descifrar. ¿Acaso sabe lo que está provocando en mí? ¿Siente esta conexión que me está destrozando desde adentro? No lo sé, y eso me asusta, pero al mi