"¿Ves? No es tan complicado, ni tan asquerosa como dices", me dice mientras intenta apartarse. Pero la atraigo nuevamente hacia mí, y esta vez soy yo quien la besa. Es un beso largo y apasionado, logrando que nuestros latidos se aceleren y se vuelvan uno. Como siempre, ella termina el beso, igual que ha hecho todas las veces desde que desperté.
Nos quedamos abrazadas, intentando controlar nuestras emociones. No hay prisa, solo este momento, compartido entre las dos. Cada segundo con ella es más valioso de lo que puedo poner en palabras.
Después de esa tarde juntas, abrazadas en el sofá viendo la película que elegí, comencé a dar señales de mejora. Quería que dejara de preocuparse por mí y retomar el trabajo. No sé si se molestaría si le confieso que he estado fingiendo el dolor... creo que no quiero averiguarlo.
Cada vez que vuelvo de algún lugar, la busco para poder saludarla o simplemente para verla.
"¿Vemos una película esta noche?" Le hablo de repente y la veo saltar del susto. Mi