Estábamos tranquilamente comiendo, pero cuando vi como se acercaba Giuliano a nosotros con paso firme y el semblante muy serio, deje de comer para levantarme de la silla preparada para enfrentarme a Giuliano, ya que ya no le temía porque lo único que en ese momento me importaba lo tenía yo en mi vientre, que era a mi hijo
— ¿Qué haces aquí? – pregunté cortando el paso a mi marido
— Vengo a llevarte a casa, me ha costado mucho encontrarte y no me voy a marchar sin mi esposa — me contestó
— No pienso marcharme Giuliano, así que date la vuelta y vete por donde has venido – contesté
Giuliano me cogió con fuerza el brazo para llevarme con él, pero Mario, Angelo y Carlos se levantaron enseguida de sus asientos acercándose los tres a donde estabamos mi marido y yo, pero antes de llegar mi marido les grito
— No os movais de donde estáis o no dudare en decirles a mis hombres que disparen — les dijo Giuliano
— Dejala tranquila Giuliano, no queremos una guerra contigo, pero si no sueltas a Bia