—¡¿MAMÁ?! —grita Annie, dejando sorprendidos a Júpiter y Salvador, quienes abren los ojos de par en par.—Hola, mi princesa —dice Mara, acercándose y envolviéndola en sus brazos con ternura.—¡Has venido! —exclama Annie, recibiendo el abrazo.Mara venía, cada temporada, a la Tierra y poseía un cuerpo humano para estar cerca de su hija. Además, le había incrustado unas pequeñas aclaraciones en su mente, ya que Annie sentía, con cada año que cumplía, que no pertenecía del todo a este mundo.A los cinco años descubrió que podía mover objetos con tan solo pensarlo. A los diez, era capaz de escuchar la voz de una persona sin importar la distancia, siempre que se concentrara en ella. Cada año traía consigo una nueva habilidad.Cuando Zadquiel lo descubrió, intentó sellar sus poderes, temiendo que estos pudiesen atraer a su enemigo antes de tiempo o simplemente despertarlo. Ella debía parecer una simple humana para así pasar desapercibida.Mara no tenía la certeza de que el heredero de la os
—¡Mara! ¡No podrás evitar que esté cerca de mi hija! —grita Zadquiel, exasperado. Ella solo vive reprochándole y ocultándole las cosas.—¿Quieres ver que sí puedo? —lo desafía, con una sonrisa pícara y una mirada cargada de soberbia que brilla en sus ojos.Ella alcanza a escuchar pisadas cercanas; su olfato logra detectar la fragancia azufrada que emana Hades. Interrumpe la conversación con el Arcángel. No puede ser descubierta o todo el plan se vendrá abajo. Debe comenzar a contener sus ansias de hablar con ese traidor.—Mara, quedas a cargo. Iré a resolver unos asuntos en la Tierra —ordena Hades, con su voz autoritaria y su mirada oscura, la cual nunca muestra ninguna emoción.Finalmente ha llegado el momento de sembrar su semilla.Tiene un pacto de sangre, un contrato que ha pasado de generación en generación hasta llegar al padre de la futura Luna de Lunas.Asumen que la maldad que corre por las venas de esa mujer se debe al pacto o que él la ha moldeado a su voluntad, corrompiend
—Yo te brindo la posibilidad de que te vengues y hagas que tu Luna sienta el mismo dolor que estás sintiendo en este momento —cada palabra emitida por Hades va cargada de veneno.¿Pero es realmente el Rey del Inframundo quien gobierna su mente? ¿O son sus propios sentimientos, al sentirse traicionado?Él simplemente podría apoderarse del cuerpo del Alfa sin necesidad de pedir ningún permiso, pero quiere doblegar su espíritu y el de su Luna designada con el dolor, ese que lo fortalece día a día.¿Realmente Hades necesita de algo tan básico entre los terrestres para fortalecerse?Horacio le hace caso a esas palabras que nacen desde lo más profundo de su conciencia y su corazón.En menos de un día, rompe la promesa que le hizo a Apolo de proteger a su hijo.Hades ingresa en el cuerpo del Alfa y llega hasta los aposentos donde ya está Raiza, esperando al Rey. Sus miradas se cruzan y en ambas existe deseo… un deseo en el cual se regocijan.Raiza se entrega por completo a Horacio. Sí, Hades
—¡Alto ahí! —brama Zadquiel—. Ustedes dos solo tenían una misión: proteger a Annie, pero por lo visto, les ha quedado grande.Júpiter gira sobre sus talones y camina hasta colocarse frente al Arcángel.Salvador intenta detenerla, le agarra la mano y le da una mirada suplicante para que se mantenga callada, pero ella lo ignora.—¡Ay! Eso sí que no te lo admito. Hemos protegido a Ori de todo. La hemos engañado y manipulado, aunque no estemos de acuerdo —lo señala con el dedo—, solo para que tú, que apareces cada década, vengas con el cuento de que no la hemos cuidado.Júpiter respira hondo, porque lo que desea es darle un par de golpes a su cuñado.—Annie no es la bebé que piensas. Es una mujer de casi treinta años, con sus propios pensamientos y decisiones. Solo le bastó ver a ese papacito lobuno para quedar impregnada de él.—Pero, ¿por qué otro lobo? —pregunta Zadquiel, frustrado.—Será porque a tu hija le encanta que la estrujen salvajemente… y la devoren.—¡Júpiter! —gritan al unís
—¿Tú eres la ladrona? —me pregunta el amigo de mi lobito, su voz llena de confusión.No entiendo de qué habla. Mis manos tiemblan mientras lo toco. Mi lobito... no, no puede ser. No puedo perderlo. Aún falta mucho por vivir.Mis pensamientos se concentran en ese tonto lobo que sigue sin despertar.Golpeo su pecho con más fuerza, suplicando que su corazón vuelva a latir, pero todo parece en vano.De repente, la imagen de Jarek aparece ante mis ojos. Esos recuerdos dormidos ahora son totalmente nítidos. Recuerdo el momento exacto cuando estaba a punto de morir, y él acercó sus labios a los míos.En ese instante, que los tomé, pude absorber su energía. Sentí como cada parte de mi cuerpo se reconstruía y me dio la fuerza para sobrevivir.—¡Eso es! —exclamo, tengo la solución, la esperanza ha renacido en mí. Mis labios se encuentran con los suyos, fríos, duros. El tacto me corta, como si el tiempo estuviera parado. El roce de mi lengua sobre su piel áspera no es suficiente, necesito má
Justo en ese momento, una explosión resuena…P.V.O. JúpiterMe distraigo mientras intento llegar a donde se encuentra Ojitos Lindos. Estoy demasiado ofuscada; Salvador se ha pasado con sus comentarios.Soy un alma libre, alguien que disfruta de los placeres de la vida. Aunque jamás lo he hecho directamente en mi cuerpo original, solo mediante el que llevo. Espero algún día poder hacerlo… pero no quiero regresar al Olimpo ni ser la esposa de alguno de esos dioses arrogantes.No, no… prefiero seguir aquí en la Tierra, pasando desapercibida, aunque no tenga la experiencia de ser tomada y domada en mi forma original.Mi naturaleza grita por ser amada y no seguir las reglas. Mi abuela Afrodita era una mujer hermosa y sensual, deseada por todos. Ella se dedicó a brindar amor y ternura a muchos dioses, y por eso Mara es mi media hermana, hija del dios del amor, mientras que mi padre es el poderoso dios troyano."Ya, Júpiter, deja de soñar y concéntrate. Debemos ir por Ojitos Lindos" gruñe mi
En otro lugar Narrador omnipresente —¿Hijo, estás seguro de que quieres volver a la superficie? —pregunta el dios del inframundo. —He pasado por el puto entrenamiento sin descanso, solo con ese propósito: volver. Quiero ver al idiota de mi hermano de rodillas, suplicando por su vida… y por la de esa maldita estúpida. Les daré una muerte digna —responde Jarek. Su voz está cargada de veneno y odio. —Hijo, eres el semidiós más fuerte. Incluso al transferirte parte de mis poderes, eres tan poderoso como un dios. No enfoques tu vida en un par de insignificantes humanos… —Tú no sabes nada —gruñe—. Eres un ser que se conformó con vivir recluido en este lugar y, como todos los ancianos, esperaste de un heredero para que te reemplace. Pero yo quiero más… lo quiero todo. —Jarek… —¡Jarek nada! Ya estoy haciendo lo que tú no fuiste capaz de hacer: formar un gran ejército para doblegar y esclavizar a la humanidad y sus especies. De esa manera, los demás dioses se debilitarán. —Jarek, esa h
En un lugar apartado. —Pronto seré la mujer con mayor poder sobre la tierra —susurra Vanessa para sí misma mientras acaricia su vientre.Escucha el toque suave en la puerta de su habitación y vuelve a recostarse rápidamente, fingiendo sentirse enferma.—Adelante —dice, permitiendo el paso.—Aquí te traje las vitaminas que el doctor ordenó y este té para que puedas descansar —dice Virginia, alcanzándole la bebida y mirándola con compasión.Ella conoce a Vanessa desde que estaba en el vientre de su madre. Arón estuvo interesado en ella hace cinco años y pensó que incluso era su pareja destinada, pero luego cambió la manera tierna como la trataba por una fría e indiferente.—Suegrita, me siento débil, pero muy feliz de que la prueba de embarazo haya salido positiva. Muero de ganas por regresar y contárselo a Arón —ella suspira profundamente, con un brillo en sus ojos. Pronto será la nueva Luna.Virginia sabe que el Alfa pegará el grito en el cielo cuando se entere de lo que hizo. Sin e