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PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 4. SobreviviendoLos labios de Gigi se abrían y se cerraban pero ningún sonido salía de ellos. Era evidente que estaba un poco aturdida, pero esa era una condición que su madre había alentado particularmente a lo largo de su corta vida.—Cariño, las dos sabemos que tienes
Capítulo 828
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 5. Una no tan mala orden—¡Ay, Jesús! —exclamó Gigi soltando temblorosa la manga de la camisa y Niko achicó los ojos con curiosidad.—Dudo que usted hubiera olido la túnica sagrada con tanta emoción, señorita Gigi —replicó entre dientes—. Ahora, ¿me quiere explicar qué de
Capítulo 829
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 6. Un jefe con falta de tactoEra así como un arma de destrucción accidental, como esas bombas que están enterradas por mucho tiempo y de repente empiezan a explotar en cadena. Justo eso era Gigi, Niko lo supo cuando pasó en la noche junto a su escritorio y la vio sonreír
Capítulo 830
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 7. Un Christian Grey desobedecidoHabía una razón para que Nikko se detuviera en seco y era que, por algo que ni siquiera entendía, estaba más que seguro de que Gigi jamás le diría si había algún problema.Así que carraspeó despacio, se abotonó el saco y se acercó a ella,
Capítulo 831
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 8: El volcán de la mala suerteQuería saltar sobre los muebles, sobre la cama, sobre la alfombra o esa cosa esponjosa que había a los pies de su cama… ¿Cómo era que se llamaba?¡No tenía idea! ¡No le importaba!¡Solo quería saltar! ¡Y gritar! ¡Y reír!—¡Gigi!Aquel grito
Capítulo 832
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 9. Un castillo Niko Keller no era un hombre impresionable. Después de tantas mujeres que habían pasado por su vida sin causar impacto, desde modelos hasta actrices, no había mucho que lo enmudeciera… pero lo que tenían delante era otra cosa.Gigi tenía razón, no era herm
Capítulo 833
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Capítulo 834
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 11. La respuesta a todoVan Beek era un hombre inteligente, capaz de captar la indirecta y mucho más, aunque junto a Niko la muchacha pareciera absurdamente desentendida de lo que su jefe acababa de inferir, al punto de que ni siquiera se había sonrojado. Esa era mucha in
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