Chiara caminaba desesperada de un lado a otro de la habitación.
—No puede ser... ¡Dios, no puede ser! —exclamó mientras la angustia se apoderaba de su corazón.
Al otro lado del escritorio estaba Noémi, tan consternada y asustada como ella.
—No entiendo cómo esto pudo filtrarse. Quiero decir... ¡S