PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 12. Un poquito de todo sin querer
—¡A dormir, Gigi, a dormir! —suspiró Niko con el mismo tono en que cualquier padre mandaría a su hija a acostarse, pero la verdad fue que él mismo apenas fue capaz de dormir en toda la noche.
La escena del club con Van Beek lo atormentaba