Natalia
Salí de la cama desnuda, hasta hace unas tres horas fue que nos dormimos Guille y yo, a pesar de que el imbécil de Pablo quiso dañar mi boda, no se lo concedí. Vi a mi esposo, por fin mi esposo dormido profundo en la cama después de tremenda consumación matrimonial, nos cercioramos anoche en que se consumara todo.
De solo recordarlo me vuelven a dar muchas ganas de subirme sobre su delicioso pene y cabalgarlo de nuevo. Pero mi bebé tenía hambre, mucha hambre diría yo. Me di un baño rápido, tomé el vestido de baño y un vestido playero para salir con las chicas a la playa como habíamos quedado.
Le puse una nota en la mesa de noche a Guille, informándole donde a donde iba, porque su hijo tenía mucha hambre. Al pasar por la cabaña de mis compañeros, todos seguían dormidos o eso parecía. —acaricié mi vientre—. Mi bebé no dio tregua. De reojo vi a Adara sentada a un lado de la cabaña llorando. Me apresuré a ir a su encuentro.
—¿Adara?
—Se fue, anoche no me dejó decirle la verdad, y